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CRÍTICAS - CINE

Elle, según Enrique D. Fernández

Malparida

El alejamiento del mainstream hollywoodense del controversial Paul Verhoeven, a consecuencia de la desmotivada El Hombre sin Sombra (Hollow Man, 2000), nos remarcaba su ideologismo a contramano de las convenciones comerciales. Finalmente regresaría al mercado holandés con Black Book (2006), un homenaje al espionaje clasicista que combinaba los tecnicismos de Hitchcock y Fassbinder. Una década después, Verhoeven compensa su ausentismo con Elle: Abuso y Seducción (Elle, 2016), interpretada por una arrolladora Isabelle Huppert.

La película, basada en una novela de Philippe Djian, comienza con una secuencia en la que Michèle Leblanc (Huppert), una acaudalada empresaria encargada de desarrollar videojuegos violentos, es brutalmente agredida sexualmente en su departamento por un hombre enmascarado. Buscando descubrir al responsable, Michèle enfrenta una serie de amenazas, mientras conocemos a los integrantes de su entorno, sus conflictos personales y laborales, y se nos van develando sus inseguridades, relacionadas con una tragedia de la infancia que la atormenta.

En su primera producción francesa, el director de Delicias Turcas (Turkish Delight, 1973) reincorpora sus obsesiones (sexualidad, violencia, cristianismo), manteniendo la costumbre de distorsionar la moralidad de sus personajes (las conductas incorrectas de Michèle, tanto en las situaciones cotidianas como en su intimidad). Huppert interpreta con frivolidad instancias tan atractivas como retorcidas que por momentos terminan resultando absurdas, orquestadas por un Verhoeven que rememora con inteligencia las influencias de Hitchcock, Buñuel, De Palma y Chabrol.

Desde las diferencias con sus familiares y amistades, hasta los encuentros que mantiene con su acosador y que aumentan su perversidad, el magnetismo manipulador desplegado por Michèle mediante la sensualidad y el hermetismo de sus convicciones la convierten en un personaje conectado con otras referentes en la carrera del realizador, como la insidiosa Christine Halslag de El Cuarto Hombre (The Fourth Man, 1983) o la superficial Catherine Tramell de Bajos Instintos (Basic Instinct, 1992).

Elle: Abuso y Seducción nos reencuentra con un Verhoeven que desarrolla su tecnicatura con rigurosidad para concentrar el argumento entre un thriller psicológico (el suspenso que desenvuelve Michèle intentando descubrir la identidad del acechador) y una comedia negra (las situaciones que involucran a diferentes personajes con resultados hilarantes). Con Elle: Abuso y Seducción, Verhoeven y Huppert compenetran al espectador desde un discurso reaccionario y apasionado, para develarnos a los monstruos puritanos que conforman a la burguesía cristiana.

calificacion_5

 

 

Enrique D. Fernández | @enriquefcine

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