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CRÍTICAS - CINE

Misión Imposible 5: Nación Secreta, según Emiliano Fernández

Pirotecnia y manipulación.

La verdad es que la franquicia de Misión Imposible tuvo un recorrido algo errático, cuanto menos inusual para lo que suele ser un Hollywood que siempre apunta a la predictibilidad ante todo: en cada nuevo eslabón, a la manera de la saga Alien, el productor principal y protagonista Tom Cruise apostó por guionistas y directores con configuraciones estilísticas muy distintas, lo que derivó en un cúmulo de películas que -hasta este momento- se dividía en dos dípticos casi contrapuestos. Mientras que Brian De Palma y John Woo patinaron feo en lo suyo (el primero a puro automatismo indolente y el segundo aburriendo con sus marcas formales), J.J. Abrams y Brad Bird levantaron por fin el nivel cualitativo de la serie.

Con el arribo de este quinto capítulo ya podemos hablar de la “etapa Abrams”, debido a las características compartidas por estas tres últimas partes que el susodicho ideó en conjunto con Cruise, en consonancia también con la introducción de Simon Pegg como comic relief en Misión Imposible III (Mission Impossible III, 2006), sin duda la obra maestra de la franquicia. De hecho, tanto Bird como Christopher McQuarrie, el guionista y director de Misión Imposible 5: Nación Secreta (Mission Impossible: Rogue Nation, 2015), siguieron los lineamientos trazados por la tercera entrada, léase el erradicar todo capricho de autor por parte de los cineastas y el centrarse en un equilibrio sutil entre clasicismo y fastuosidad.

Una vez más la inteligencia de Cruise pasa por la decisión de haber elegido a un profesional muy talentoso para llevar adelante la propuesta: McQuarrie, responsable del guión del neoclásico Los Sospechosos de Siempre (The Usual Suspects, 1995) y realizador de la gloriosa Al Calor de las Armas (The Way of the Gun, 2000), ya había trabajado con el señor en Jack Reacher (2012), un excelente thriller suburbano de cadencia setentosa que le permitió al actor bajar un cambio en lo que respecta a su promedio bombástico. Así las cosas, Cruise “lo premió” dándole el cargo máximo del proyecto y nuevamente dictaminó que la pirotecnia de las escenas de acción debe ir de la mano del suspenso símil old school.

Como todo eslabón de una saga que ya lleva la friolera de tres décadas, la trama incorpora referencias a los films anteriores y en esencia gira alrededor del paso a la marginalidad del protagonista, ahora reconvertido en un fugitivo internacional obsesionado con probar la existencia/ destruir de cuajo a la organización criminal de turno, el “Sindicato”. Hoy comenzamos con la Fuerza Misión Imposible desmantelada y hasta nos topamos con dos antagonistas, uno manipulador en la piel de Sean Harris, todo un devoto de la autonomía terrorista, y el otro ambivalente interpretado por Alec Baldwin, quien -dato curioso- viene de otro “episodio número cinco”, la maravillosa Torrente 5: Operación Eurovegas (2014).

Para aquellos que celebramos la perspicacia del Cruise veterano y consideramos que es conveniente obviar sus primeros años en la actuación, Misión Imposible 5: Nación Secreta constituye un verdadero placer porque sintetiza la dialéctica bien entendida del espectáculo suntuoso y autoindulgente, centrado tanto en el apuntalamiento de la estrella eventual como en el cariño hacia los engranajes del relato, aunando lo mejor del pasado y el presente sin condescendencias infantiloides o soluciones motivadas exclusivamente por el marketing. Aquí la realización no sólo funciona con solvencia desde su ironía y sensatez, sino que además se permite dardos inesperados contra el esquema jerárquico de la CIA y el MI6…

calificacion_4

Por Emiliano Fernández

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