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CRÍTICAS - CINE

Soldado Argentino sólo Conocido por Dios, según Luciana Calbosa

Aquellos otros, somos nosotros

A 35 años de la Guerra de Malvinas, el director y productor Rodrigo Fernández Engler se centra en este marco para la realización de su última película. Desde 2007, cuando dirigió Cartas a Malvinas, dejó implícita su necesidad de honrar la vida de los soldados que vivieron un mar de atrocidades en nombre de la patria. Hoy, diez años después y con el apoyo del INCAA -que en aquella oportunidad no tuvo- vuelve al ruedo con Soldado Argentino sólo Conocido por Dios (2017) para llamar a la reflexión a la memoria colectiva con el objetivo de cuestionar y revisar los valores vigentes en la sociedad nacional que aún hoy permite que este episodio gris de la historia argentina conlleve el nulo reconocimiento por parte del Estado a los combatientes.

Soldado Argentino está inspirada en los trágicos acontecimientos ocurridos en el archipiélago, en 1982. El guión presenta dos aristas bien marcadas. Por un lado, apunta a reconocer los derechos de los veteranos de guerra que lucharon con coraje y heroísmo en nombre de la patria e increíblemente hoy, ya con medio siglo de vida a cuestas y el estigma bélico presente, en lugar de ser considerados héroes por la sociedad, mendigan su reinserción social. Por otro lado, busca mediante valiosos testimonios de familiares y allegados de excombatientes romper el silencio y sacar a la luz con nombre y apellido aquellos caídos en batalla cuyas vidas quedaron detenidas -para siempre en ese instante de juventud en el cementerio del Puerto Darwin para que éstos soldados dejen de ser únicamente conocidos por Dios. La génesis de la historia es la conocida leyenda del soldado Pedro: El último excombatiente caído la noche previa a la rendición que fue enterrado en el cementerio sin ser identificado. El largometraje se centra en cómo dos amigos entrañables de la infancia, oriundos de un pequeño pueblo de Traslasierra, Córdoba, distanciados por sus diversas ideologías y carreras, se reencuentran en la guerra. Ellos son Ramón -Sergio Surraco, visto recientemente en la serie televisiva Herederos y recordado por la película Puerta de Hierro, el exilio de Perón (2012)- que optó por la carrera militar y combatirá en las batallas finales, cuerpo a cuerpo contra los ingleses, y Juan Soria -Mariano Bertolini, visto en la película El Visitante (1999), junto a Julio Chávez-, que por ser aspirante a Bellas Artes se desempeñará en la sección del subteniente Quiroga y vivirá un derrotero contra el hambre y el frío en paisajes desolados. Este dúo no sólo se unirá en el campo de batalla sino también por amor a Ana, la hermana de Ramón, interpretada por Florencia Torrente, con quien Juan mantiene una relación. Este personaje apela como subtema para continuar la historia postguerra y revelar cómo el amor incondicional que Ana les tiene funciona de motor para impulsar diez años después una ardua lucha por honrar sus vidas.

La trama cuenta con tres momentos bien marcados: antes, durante y después de la guerra. Así logra situar al espectador desde el primer minuto en espacio-tiempo a través de un plano donde aterriza -cual dron- sobre el archipiélago, acompañado por un graph del año marcado a fuego: 1982. Dato no menor, teniendo en cuenta su anterior trabajo y más aún la película Iluminados por el Fuego (2005), de Tristán Bauer, que abusaban de material de archivo para construir la narración. En este sentido, es interesante cómo el director mediante, la simpleza del guión, logra la empatía del espectador hacia los soldados y deja de lado lo conocido -entendiendo que es de público conocimiento- para ahondar en un terreno más osado: la psiquis de los excombatientes para entender, a buena hora, cómo vivieron la contienda que transformó sus vidas. Sobre este eje avanza de manera unirideccional Soldado Argentino: retratar las secuelas de una guerra que pareciera no tener fin.

Otro punto a favor de la película está en cómo Fernández Enger supo elegir las locaciones de idéntica topografía a Malvinas, ya que se rodó en Comodoro Rivadavia (Chubut), Bahía Blanca, Córdoba y hasta en plena Base Naval Puerto Belgrano (Punta Alta, Buenos Aires). Su perfecta fusión de paisajes junto con la artística que cuenta con los medios, vehículos anfibios, helicópteros e instalaciones de época le dan impronta al film y consiguen, junto a la música compuesta por Claudio Vittore y el grandioso elenco que, eficazmente encarna a estos héroes, reflotar y recrear a la perfección este capítulo sangriento de la historia nacional. Sin duda, el enorme carisma demostrado de Mariano Bertolini, Sergio Surraco, Fabio Di Tomaso, Ezequiel Tronconi, Hugo Arana y Florencia Torrente, únicamente merece aplausos. Ellos, junto a la participación de la Armada Argentina, el Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina, hicieron posible este trabajo.

Rodrigo Fernández Engler da en la tecla, y a 35 años de la tragedia transmite la urgencia de abrir el diálogo en la sociedad para definir esta situación que transformó la vida de los soldados. Su mensaje sobrepasa la pantalla grande y la película logra sumar su granito de arena e indudablemente dará que hablar, intentando brindar en vida el reconocimiento que tanto merecen y esperan los soldados argentinos. Finalmente se destierra el mito de vencedores y vencidos en post de cambiar esta triste realidad para fomentar la unión como ciudadanos, de manera que la historia de los caídos no quede únicamente en las tumbas.

calificacion_4

 

 

Luciana Calbosa | @LulyCalbosa

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