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CRÍTICAS - CINE

Sólo la Verdad (Truth)

(Estados Unidos/ Australia, 2015)

Dirección y Guión: James Vanderbilt. Elenco: Robert Redford, Cate Blanchett, Topher Grace, Dennis Quaid, Elisabeth Moss, Bruce Greenwood, Stacy Keach, John Benjamin Hickey, David Lyons, Dermot Mulroney. Producción: James Vanderbilt, Brett Ratner, William Sherak, Andrew Spaulding, Brad Fischer y Doug Mankoff. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 125 minutos.

El periodismo como servicio público.

Durante el período de entrega de los premios mainstream suele salir a la luz de manera muy clara una concepción del cine que lo vincula a la superficialidad y la estupidez a menos que esté basado en hechos verídicos y relevantes a nivel social, una noción no del todo precisa pero sin dudas evidente hasta cierto punto (en términos más generales, nadie come arte… guste o no). Por la atención mediática que reciben las epopeyas acerca de casos reales, resulta incuestionable que películas como La Gran Apuesta (The Big Short, 2015), Puente de Espías (Bridge of Spies, 2015), El Renacido (The Revenant, 2015), En Primera Plana (Spotlight, 2015), Joy (2015), La Chica Danesa (The Danish Girl, 2015) o Steve Jobs (2015) pasan al centro del candelero por unos meses, año a año, más allá de que cumplan o no los “requisitos” para que lo merezcan y/ o queden nominadas para tal o cual galardón.

La propuesta que hoy nos ocupa, Sólo la Verdad (Truth, 2015), es un eslabón un poco más humilde -a nivel formal- de esta cadena de referencias: la obra analiza la controversia que generó la difusión en 2004, en el programa periodístico 60 Minutos, de unos memos firmados por el Teniente Coronel Jerry B. Killian, pruebas del trato preferencial que se le dio a George W. Bush en 1972 y 1973, cuando el susodicho estaba cumpliendo el servicio militar en Texas. Con la campaña presidencial de fondo, aquella en la que John Kerry pierde por décimas y en la que Bush obtiene su reelección, Dan Rather (el conductor de 60 Minutos y “presentador estrella” de CBS) y Mary Mapes (productora del programa) fueron objeto de una multitud de ataques por parte de las huestes republicanas, quienes remarcaban que ningún experto pudo autentificar los memos porque sólo se disponía de duplicaciones.

Dos méritos muy interesantes de esta ópera prima de James Vanderbilt, responsable por ejemplo del excelente guión de Zodíaco (Zodiac, 2007), pasan por la exactitud y el didactismo con los que se abarcan las muchas aristas de un entretejido en el que confluyen la contienda política (la estrategia de desviar la atención hacia los documentos para sacar de foco a la historia sobre las influencias de la dinastía petrolera de los Bush y su gesta en pos de que el “nene” no combata en Vietnam), los designios de los multimedios (Viacom, el propietario de CBS, le soltó la mano al equipo de investigadores ya que el conglomerado compartía intereses con el gobierno del momento) y el periodismo en tanto servicio público (lo que implica que la perspectiva crítica debe estar siempre alerta, dejando de lado todo “oficialismo” o andamiaje conservador relacionado con la triste ponderación del statu quo).

Ahora bien, el maravilloso trabajo en materia de diálogos y en lo que respecta a una suerte de caza de brujas escalonada no hubiese tenido el efecto deseado si no fuese por el gran desempeño de Robert Redford como Rather y de Cate Blanchett como Mapes: mientras que el primero consigue una interpretación ajustada y elegante que nos reenvía a muchas otras de su prolongada carrera, la segunda se luce a pura firmeza porque todo el peso del relato cae sobre sus hombros, en uno de esos personajes que recorre a la inversa el camino del héroe (Mapes arranca convencida de la legitimidad que le otorga la experiencia, para luego de a poco contemplar cómo su mundo se viene abajo en términos laborales). Tampoco se puede obviar la presencia del inoxidable Stacy Keach y de los encargados de componer al resto del atribulado equipo de 60 Minutos (Dennis Quaid, Topher Grace y Elisabeth Moss).

Si en primera instancia podemos afirmar que Sólo la Verdad funciona como otro vehículo político para Redford, una “versión mejorada” de las correctas Causas y Consecuencias (The Company You Keep, 2012) y Leones por Corderos (Lions for Lambs, 2007), también es factible concluir que la realización toma la forma de un espléndido vehículo actoral para Blanchett, una australiana con una de las trayectorias más resplandecientes de la industria. Recién arribando al desenlace encontramos un dejo entre melodramático y simplista que por fortuna no llega a desdibujar los puntos a favor ganados a lo largo de un desarrollo muy inteligente, que sabe balancear los distintos componentes del retrato en cuestión (los ideales versus la corrupción y el pragmatismo) y que no escapa a los motivos del Hollywood de centroizquierda (en esencia demócrata, y por ello un tanto difuso en sus dogmas políticos).

calificacion_4

Por Emiliano Fernández

 

La manipulación política de la prensa siempre ha sido una constante en la historia de Estados Unidos. Ya sea en la invasión a Cuba a fines del siglo XIX, en la injustificada incursión genocida en Vietnam o la arbitraria invasión a Kuwait e Irak, en todos los casos los datos y las justificaciones fueron inventadas para manipular a la prensa y a los congresistas para que se aprueben los gastos de empresas bélicas diseñadas en alguna reunión corporativa con el objetivo de exportar los “beneficios” de la tortura, la violación y el asesinato, que vienen en un combo junto a una democracia tutelada sin sociedad civil que no representa las necesidades de los pueblos invadidos.

La ópera prima como director del exitoso guionista y productor James Vanderbilt (Zodiac, 2007; The Amazing Spider-Man, 2012), Sólo la Verdad (Truth, 2015), es la adaptación de las memorias de la periodista Mary Mapes, productora de noticias del canal CBS y del conocido programa 60 Minutos, despedida tras la controversia en torno a la documentación que supuestamente probaba que George W. Bush y su séquito habían falsificado el legajo del servicio militar durante la Guerra de Vietnam del entonces presidente y candidato a un segundo mandato.

La película narra la investigación que comienza justo después de la revelación por parte de Mary (Cate Blanchett) y Dan Rather (Robert Redford) de los abusos, vejaciones y torturas perpetrados por el ejército estadounidense en las cárceles de Abu Ghraib. En medio de la campaña electoral de Bush y Kerry en 2004 por la presidencia, los ataques por la patética labor de ambos durante la Guerra de Vietnam fueron una de las armas que enarbolaron los partidarios para complicar al oponente. En una sociedad beligerante como la norteamericana, la foja de servicios debe ser intachable y ambos contendientes parecían no tener todos sus papeles al día en este sentido.

Tras la divulgación de la información en el programa 60 Minutos, surgen varias irregularidades y se cuestiona la veracidad y la autenticidad de los documentos. Mary y todos los involucrados quedan expuestos por las fallas en la verificación de la información y son sujetos a ataques de diversa índole.

La magnífica actuación de Cate Blanchett, acompañada de un gran elenco y un Robert Redford absolutamente consagrado como adalid del progresismo y reconocida voz crítica, apuntalan esta interesante obra sobre la finalidad del periodismo y la necesidad de la búsqueda de la verdad en un momento en el que el entretenimiento vulgar y grosero ha reemplazado a las noticias en los noticieros.

Desgraciadamente la película extiende su duración innecesariamente -en términos cinematográficos y narrativos- para ofrecer un homenaje a los protagonistas de la historia, en especial a la carrera de Dan Rather, tras el anuncio de su retiro en 2006. A pesar de esto y de la claridad sin medias tintas de los presupuestos políticos que subyacen a las acciones de los protagonistas, Sólo la Verdad logra hacer llegar su mensaje ético por fuera del manto conspirativo -ese que los norteamericanos tienden a ver debajo de cada piedra- para que las máximas de la honestidad periodística se impongan por sobre la manipulación, las mentiras y el odio que entierran la verdad.

calificacion_3

Por Martín Chiavarino

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