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#ASLSTARWARS | Episodio IV | Star Wars para siempre

STAR WARS – Episodio IV

STAR WARS PARA SIEMPRE

 

Las sagas interminables tienen algo… de molestas. Nos gusten o no las películas que integran la serie, el simple hecho de que se perpetúen al infinito enerva. Quizás un poco, y quizás a unos pocos… Yo estoy en ese grupo. Porque la idea de la película eterna (o sin final) no es poco atractiva, pero este caso es diferente: una cosa es una película perpetua y otra cosa es perpetuar una película, ¿no es cierto?

El universo Star Wars es un universo inagotable (como es el universo, a secas) lleno de seres vinculados entre sí -descendientes de descendientes de descendientes-, una especie de Macondo de ciencia ficción y dinamitado hacia lo interestelar. Desde Star Wars (luego llamada Star Wars Episode IV: A New Hope) pasando por Rogue One y llegando hasta el Episodio IX y las por venir, este centrífugo y centrípeto mundo puede no terminar de parir nunca en la vida. Y entonces me llega esta frase, publicada hace poco en El Espectador mexicano: “Macondo fue el lugar de lo imposible, el lugar de todas las cosas, de los santos y los demonios, de la condena y la resurrección, del amor y el desamor, de la espera, de la locura, y de ser lugar pasó a ser adjetivo, saltándose de un solo brinco la opción de ser gentilicio”. Y pienso en Star Wars y en que es un universo cinematográfico y en que, como tal, también es lugar de todo lo mencionado en esa cita. Pero, a diferencia de Macondo, Star Wars se ha extendido tanto a lo largo y a lo ancho del mapa cinematográfico que ha pasado a ser un concepto que denota más pertenencia que cualidad, es decir, algo muy vinculado al gentilicio. ¿O no es el fenómeno industrio-cultural que la ha sucedido a esta película una pequeña muestra de ello? De nuevo, no sé si eso es enteramente negativo, simplemente creo que es algo que desdibuja un poco las cualidades individuales de cada película. 

Todo esto, claro, no niega que A New Hope haya llegado a movilizar el panorama del cine de finales de los 70. Star Wars fue, es y será un acontecimiento cinematográfico que llegó a abrir un camino en el cine de ciencia ficción y en el de los efectos especiales, además de haber creado (con la especial ayuda del artista Ralph McQuarrie) un mundo entero, geografías, planetas, habitantes, comunidades, naves… Tan minuciosa fue esa creación de George Lucas que él mismo, sabiendo que su película no podía hacerse con lo que hasta entonces se tenía a mano, abrió su propia compañía de efectos especiales: Industrial Light & Magic (ILM), que hoy no solo es responsable de los efectos especiales de alrededor de 320 películas -entre ellas Indiana Jones, Volver al futuro, Jurassic Park, Star Trek, Terminator– sino que en sus entrañas (en la División de Gráficos) germinó lo que más tarde sería Pixar. En ILM Lucas contrató jóvenes sin mucha experiencia pero con muchas ideas, de allí se dice que también surgieron las ideas que luego llevaron al famoso programa de diseño Photoshop. 

Pero volvamos a Star Wars: inspirado sobre todo en las aventuras de Buck Rogers y en las de Flash Gordon, pero también en la mitología griega, en La fortaleza escondida de Kurosawa, en el Western, en los combates aéreos de la Segunda Guerra Mundial, en las películas de samuráis, George Lucas dio vida a esta película e inauguró, con una inolvidable y ya clásica banda sonora a cargo de John Williams, la saga de historias de estos seres que hemos visto vivir de atrás para adelante y de adelante para atrás. Porque, aunque no los vimos crecer a lo Antoine Doinel, conocemos casi toda su vida, sabemos de su envejecimiento. Quizás eso nos ate a ellos de una manera especial, y entonces sea ahí donde lo tan perpetuado de esta saga pase a jugar con las expectativas de quien ama y espera. ¿O no están sus olas de fans continuamente esperando qué más podrán saber sobre todo esto?

En Star Wars: A New Hope tenemos un relato de iniciación, donde un joven Luke Skywalker (Mark Hamill) trabaja en el negocio de su tío pero intenta cambiar el rumbo de su vida. Entonces se cruza con dos robots (C3PO y R2D2) que lo conducen hasta Obi-Wan Kenobi (Alec Guinness), un jedi retirado pero todavía viviendo de La Fuerza, una especie de concepto-religión-energía-creencia-entrenamiento-magia, o como quieran llamarlo, que despierta en sus creyentes habilidades entrañables. Luke, Tras una trágica muerte de sus tíos, se marcha con Kenobi, quien lo entrena para ser un jedi y unirse a la batalla contra El Imperio. Entonces Sywalker lucha por rescatar a la Princesa Leia (Carrie Fisher) de las manos de Darth Vader (inmortalizado en la voz de James Earl Jones) y contribuir a recuperar los planos del arma mortal que los rebeldes quieren destruir. Todo esto lo hará con ayuda de Han Solo (Harrison Ford), un contrabandista algo pícaro a quien luego le pedirá que colabore en la derrota del arma masivamente mortal que tienen Vader y sus secuaces: la Estrella de la muerte.

Como es sabido, esta película tuvo su versión de estreno y luego tres versiones más (1997, 2004 y 2011) en las que fue retocada o perfeccionada por el mismo George Lucas, quien terminó agregando más de cuatro minutos de película a la versión original: escenas rodadas pero que no habían quedado en el corte final (la de Han Solo con Jabba de Hutt se rodó con un actor que luego fue digitalmente reemplazado, en dos versiones distintas, por Jabba), partes donde agregó CGI y efectos algo más modernos, secuencias en las que incluyó algún elemento, toma o plano descriptivo. Más allá de estos detalles, que importan más o importan menos y enojan más o enojan menos, lo notable de todos esos cambios es que casi no se notan las costuras entre lo que se fue agregando entre el 90 y el 2011, y lo que ya estaba en el 77. Ese nivel de modernidad tenía, y tiene, Star Wars desde lo técnico. Y ese nivel de coherencia tiene desde lo narrativo, porque no cualquier película puede generar otras trece películas más todo lo producido para televisión y otras variedades. Con este relato George Lucas, que venía de dirigir American Graffiti, le regaló al mundo un montón de historias y un montón de personajes que, nos enerve o no, vivirán para siempre (literalmente) en la pantalla grande.

 

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