A Sala Llena

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FESTIVALES

2º Asterisco Fest: Críticas 2

Au Nom du Fils, de Vicent Lannoo (Bélgica, 2012 – La Piel que Habito, Largometrajes de Apertura), por Emiliano Román

Valiente decisión de los organizadores del Festival de estrenar este film como Largometraje de Apertura. Una historia claramente denunciante a los abusos y encubrimiento que tiene el seno de la iglesia en relación a los curas pedófilos. El realizador belga viene a poner sobre el tapete este tema en una obra cinematográfica que se vuelve cruda, visceral y por momentos rabiosa.

Elisabeth es una mujer, madre y católica ejemplo para la comunidad, con una fe devota al catolicismo que le produce una mirada ciega a ciertos aspectos de su contexto. Tiene un programa de radio donde aconseja a los fieles a seguir por los senderos de Dios cuando estos están atravesando situaciones donde su creencia los cuestiona. Madre de dos hijos y esposa, su vida comienza a tambalear cuando su marido muere en circunstancias nos muy claras y su hijo mayor confiesa que tiene una relación amorosa con el cura de su confianza.

Hasta aquí tenemos un drama con tintes trágicos. La historia es profunda y despliega miles de vetas a analizar sobre la fe religiosa. El punto es que cuando aparece el mencionado conflicto hay un rotundo cambio de registro que vuelve a la narración inverosímil. Elisabeth se transforma en una especie de Kill Bill en busca de justicia por mano propia frente a la impunidad de la iglesia.

Ese fanatismo religioso que tenía al comienzo vira hacia el rol de justiciera: Elisabeth no tiene dudas, solo certezas, de predicadora a vengadora ella es portadora de una verdad que nunca es interpelada.

La segunda parte del film hace agua, pierde la solidez dramática del comienzo y por momentos el guión se desvanece en un intento furioso de redención y querer darle adrenalina a una historia que no necesita acción, sino más bien seguir en la línea reflexiva e introspectiva del comienzo.

calificacion_2

 

 

 

Downtown New York, de varios directores (La Piel que Habito, Homocore), por E.R.

Downtown New York fue una sección que junto cinco cortometrajes del underground neoyorkino en la épocas donde se gestaba el movimiento punk y su relación que tenía con la diversidad sexual en todas sus manifestaciones. Un cine de vanguardia, un recurso para expresar ciertas subjetividades que estaban al margen de lo que se imponía en la sociedad heteronormativa y religiosa estadounidense.

Auspiciado por la Embajada de Estados Unidos, en esta edición del festival se pudo reunir cinco cortos que forman parte de un proyecto más extenso que nació unos años atrás en Brasil como forma de rescatar esos tiempos de rebeldía y libertad tanto artística como sexualmente, sin estar atado a los cánones establecidos.

Una excelente oportunidad cinematográfica, y hasta antropológica, para encontrarse con reliquias que nos llevan a dar una vuelta por las alcantarillas de la gran manzana en los años sesenta, setenta y principios de los ochenta.

La muestra abrió con un pequeño corto llamado Baby Doll, de Tessa Hughes-Freeland, pero en sus pocos minutos es un fuerte alegato hacía la misoginia a partir del relato de unas bailarinas de go-go que se preguntan, entre otras cosas, qué clase de dominantes serían cuando le piden que aten a un hombre y le hagan todo lo que ellos quieran.

Sigue con Guerillere Talks, de Vivienne Dick, un interesante experimento filmado en Super 8 que rescata pensamientos y reflexiones de cuatro chicas mostradas en su cotidianeidad donde se observan sus vetas artísticas y toda la espontaneidad y deseo de liberación imperante en esas épocas.

Litlle Stabs at Happiness, de Ken Jacobs, es una auténtica locura warholiana. Canciones y escenas con una clara raíces pop art y surrealismo, donde brindan perfomances irreverentes y alocadas compuestas por piezas musicales bastantes insólitas.

Hold me While I´m Nacked, de George Kuchar, es un alegato erótico vanguardista con tintes melodramáticos, y es influyente al cine queer que adoptó de este realizador muchas de sus manifestaciones. Acá vemos una actriz en un gran dilema frente al film erótico que debía filmar.

Manhattan Loves Suicides, de Richard Kern, es lo mejor de la muestra. A través de cuatro historias mezcla porno con gore, donde se relatan esos amores que no pueden matarse y lo único que resta es matarse uno mismo frente a lo visceral de las pulsiones enloquecedoras.

calificacion_3

 

 

 

Hoje eu quero voltar sozinho, de Daniel Ribeiro (Brasil, 2014 – La Piel que Habito, Stand By Me), por E.R.

Se hace difícil pensar en el deseo de alguien no vidente en medio de una sociedad donde todo está determinado por lo visual. Miles de imágenes irrumpen diariamente en nuestras retinas para despertar y excitar los más variados estímulos. Leo es un adolescente ciego, amante de la música clásica, que comienza a atravesar la metamorfosis propia de su etapa evolutiva.

Con una madre sobreprotectora y un padre que puede habilitarlo un poco más en relación a su deseo, Leo comienza a rebelarse, quiere independizarse, no encuentra otra salida que un intercambio estudiantil en el exterior. Mientras tanto, la sexualidad empieza a irrumpir, pero no a modo heteronormativo sino que se enamora de Gabriel, su nuevo compañero de clases.

La película es un típico film de adolescentes, con todos los clichés narrativos de este tipo de historia: la amiga “copada” que se pone celosa, la chica linda pero seductora compulsiva, el rubio discriminador que intenta hacerle bullying y un “tonto” que le festeja todos los chistes. No obstante, la particularidad de la obra de Daniel Ribeiro es que aborda una temática de diversidad sexual en el plano de la discapacidad, lo que la vuelve totalmente distinta a las películas de este género. Y lo hace desde un ritmo narrativo preciso, que transforma el film en algo bellamente tierno.

Para ello la historia transcurre en el tipo de lazos con los que Leo se vincula, varios conflictos se despliegan, no solo con su enamorado, sino con su amiga y sus padres, y todos están bien abordados y desarrollados. El film no decae en ningún momento y tiene escenas muy maravillosas, como el momento donde se erotiza con el saco de Gabriel o cuando baila con él la preciosa canción de Belle & Sebastian.

Con una linda banda sonora, atractiva fotografía y un guión solido que logra construir sólidamente los personajes y ritmo narrativos dentro del género de cine adolescente. Hoje eu quero voltar sozinho es una historia recomendable no solo porque aborda la cuestión de diversidad sexual sino porque también toca un tema bastante tabú, que es la sexualidad y discapacidad, y lo hace de manera respetuosa, profunda y entrañable.

calificacion_4

 

 

 

Xenia, de Panos H. Koutras (Grecia, 2014 – La Piel que Habito, Largometrajes), por E.R.

En una Grecia actualmente tumultuosa por la crisis económica que está atravesando, el tema de la identidad no es un punto menor. Las sociedades se vuelven intolerantes, violentas y discriminadoras en pos de buscar un chivo expiatorio a todos los males presentes. Panos H. Koutras toma esta realidad para ofrecernos una comedia dramática deliciosa y postmoderna, con un nivel narrativo que no decae en ningún momento, llevando la excentricidad de sus personajes a un desenfreno de manía e ilusión a pesar de que el panorama sea totalmente adverso.

Luego de la muerte de su madre, Danny va a Atenas en busca de su hermano Oddy. El objetivo es encontrar al padre para que les dé la nacionalidad griega (son de sangre albana) y poder así quedarse en el país y cumplir varios de sus sueños. Danny es clara y visiblemente gay, expresa un desenfado en su conducta y tiene la particularidad de meterse en un lío tras otro, pero también este comportamiento arriesgado es lo que le permite alcanzar las metas que se va proponiendo.

El film toma recursos hiperrealistas y a veces surrealistas para ofrecer una historia que carece de fisuras. La trama va tomando varios giros inesperados y la intensidad del relato adquiere formas cada vez más dramáticas, sin perder la habilidad de transmitir situaciones de lo más disparatadas con un bello lenguaje cinematográfico.

Un elemento importante es el soundtrack diegético: toma mucho de la música griega de los años setenta y estrellas italianas de esa época, como Patty Pravo y Raffaella Carrà. De esta última hay una escena donde los hermanos bailan “Rumore” que no tiene desperdicio. Otro aspecto sobresaliente son las actuaciones, en especial la de Kostas Nikouli, que ofrece una calidad interpretativa dúctil y virtuosa para el desenfado de su personaje.

Xenia -el nombre de un hotel abandonado, supuestamente producto de la crisis- es un film que logra un sólido timing narrativo sin decaer en lugares comunes ni sensiblerías. Es una celebración de la alegría que recorre la diversidad sexual y racial en medio de contexto difícil y por momentos desolador.

calificacion_4

 

 

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