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FESTIVALES

2º Festival Tres Fronteras: Día 6

Jueves 3 de noviembre.

Volvió el buen clima a Iguazú, volvió el cine a las carpas. Una jornada en la que proyectaron films como El Padre (2016), de Mariana Arruti.

Entre los miembros del equipo liderado por Juan Palomino se destacan los programadores. En este caso, José Ludovico y Nacho Garassino. El director de Contrasangre (2015) ya había trabajado en la primera edición, pero Ludovico es el recién llegado.

“Conozco a Dani (Valenzuela) desde hace años, por cuestiones de cine”, le dijo a ASL. “Cuando estaba en La Nave de los Sueños, Dani y Caetano venían a La Nave. El año pasado me convocaron para programar la competencia de cortometrajes. Al final el festival no se pudo hacer, porque cayó en época de elecciones. Este año, como Nicanor Loreti (programador en la edición anterior) está con la serie Nafta Super, no se podía ocupar y ahora quedé como programador de cortos y de largos, junto a Nacho”.

En cuanto al criterio de programación, Ludovico indicó: “Siempre se basa en un montón de cosas. Pero lo principal es la diversidad de películas latinoamericanas. También nos basamos en privilegiar lo independiente y las óperas primas, y al estar en las Tres Fronteras, nos fijamos en las películas regionales, con temáticas acerca de la gente que habita estas tierras”.

Por su parte, Garassino recordó los orígenes del festival: “Nace como una idea de Juan (Palomino) y de Dani, que además de ser actores con los que trabajé, son grandes amigos. Creo que tenemos una cierta prospección a ciertos delirios que parecen imposibles, pero que misteriosamente se hacen posibles”. Aunque al principio no estaba convencido de ser programador del festival, estuvo de acuerdo con la visión de Palomino y de Valenzuela acerca de la importancia de la visión de un director, de alguien que trabaja en el cine, a la hora de buscar y seleccionar films. En cuanto a la incorporación de Ludovico, agregó: “Compartimos esa pasión cinéfila de mirar todo lo que se puede, curiosear, vernos… Yo le transmití la posta de los criterios que ya teníamos, y trabajamos sobre eso. Las películas argentinas se inscriben solas, pero en cuanto a las del resto de Latinoamérica, tenés que ser medio detective”.

Pasión y dedicación para que las Tres Fronteras sigan siendo una de las sedes cinematográficas del país.

 

El Sentido Derby, de Martín Blousson (Argentina, 2016 – Documentales)

El roller derby adquirió notoriedad gracias a Whip It, dirigida por Drew Barrymore y protagonizada por Ellen Page. Esta película de culto popularizó el deporte en distintas partes del mundo, pero ya venía teniendo una movida interesante. Argentina no es la excepción, como bien puede comprobarse en el documental El Sentido Derby.

Martín Blousson y sus colaboradores se dedicaron durante años a seguir la vida privada y deportiva de un grupo de jugadoras de distintos equipos de roller derby femenino. Se habla sobre características del juego (patines, corridas, brusquedad) y acerca del sentido de competitividad, con algunas imágenes de encuentros. Pero la preocupación principal del director –y su mayor acierto- pasa por hacer foco en la intimidad de las mujeres, algunas con historias conmovedoras, demostrando que son luchadoras tanto en la vida como en las pistas. Aunque son diferentes entre sí, las une la devoción por este deporte intenso y fascinante.

Lejos de ser un film sólo para entendidos, El Sentido Derby triunfa porque primero que todo retrata una pasión (en este caso, de roller derby, pero puede ser cualquier otra actividad), además de que permite conocer un fenómeno que no deja de crecer.

calificacion_3

 

 

 

Pegar la Vuelta, de Nacho Garassino (Argentina, 2016 – Proyecciones Itinerantes)

No existe ritmo musical como el blues. En sus melodías y en sus letras predominan el dolor, la lucha, la libertad, la vida. El cine nunca le dio la espalda. Martin Scorsese, por ejemplo, produjo The Blues, una serie de documentales sobre el tema, incluyendo Piano Blues, a cargo de Clint Eastwood.

Sin buscar las luminarias o nombres ya familiares para los entendidos, Pegar la Vuelta elije un enfoque distinto, que permite descubrir a una artista y a una persona.

En 1997, a los diecinueve años, sin más equipaje que su guitarra y su talento, María Luz Carballo llegó a los Estados Unidos. Primero fue a Nueva York, pensando que tendría albergue en lo de un conocido de la familia, pero se encontró en la calle. Lejos de desmoralizarse, recaló en Chicago, donde de a poco, gracias a su destreza con las cuerdas y su constancia, fue ganándose el respeto de la exigente escena blusera de la ciudad. En el medio, otros trabajos (nada vinculados a la música), la lucha por hacerse de un lugar en un ambiente donde no hay lugar para mujeres (mucho menos, latinas), tiene parejas pasajeras y da a luz a dos hijas de distinto padre. Quince años después, decide volver a la tierra natal, donde se encontrará con grandes cambios (época post Cromañón, donde predominaban bares y teatros cerrados), aunque con los amigos de siempre, además de la madurez de los experimentados.

Luego de los largometrajes de ficción El Túnel de los Huesos y Contrasangre, Nacho Garassino vuelve con un documental intimista, que se sumerge en la vida y la obra de María Luz. La cámara permanece atenta a sus anécdotas, a sus confesiones, y la sigue durante los ensayos, los shows -con colegas en Chicago, y luego, en Buenos Aires- y también cuando se pone a charlar con músicos veteranos acerca de la vida, las guitarras, la relación con los amigos, las hijas, y hasta detalles de su relación, durante su adolescencia, con el mítico Pappo. Por supuesto, abundan referencias y apariciones de su familia de músicos, donde sobresalen Celeste Carballo y la fallecida María Gabriela Epumer.

Aunque usa algunas imágenes de archivo, Garassino se vale mayormente de filmaciones originales, en los Estados Unidos y en Argentina. El uso de cámara en mano nunca resulta caprichoso y se ajusta a la impronta de las andanzas de María Luz. Y en paralelo a la temática central, el director presenta un fresco sobre las vicisitudes de un argentino en el exterior, el choque de culturas y el regreso al hogar.

A veces divertida, a veces graciosa, a veces triste, siempre apasionante, Pegar la Vuelta es la mejor prueba de que una carrera artística es también la punta del iceberg de una vida propia del mejor blues.

calificacion_4

Matías Orta

[email protected] | @asalallena

Toda nuestra cobertura del festival.

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