A Sala Llena

0
0
Subtotal: $0,00
No products in the cart.

FESTIVALES

3º Asterisco Fest: Críticas 2

Segunda tanda de críticas de películas programadas en el festival.

 

Disco Limbo, de Fredo Landaveri y Mariano Toledo (Argentina, 2016 – Competencia Argentina), por Matías Orta

El argumento de Disco Limbo se puede contar en una sola frase: David conoce a Lucio en una fiesta, pero no lo vuelve a ver y entonces sale a buscarlo por donde sea.

El encanto de la ópera prima de la dupla Fredo Landaveri-Mariano Toledo reside en cómo está contada. Los directores recurren a saltos temporales y a una estética que mezcla videoclip, viaje astral, ciencia-ficción y algo de videojuegos, con no poco uso de animación digital. Los ámbitos que transitan los personajes van de los más discotequeros a los parajes montañosos, pasando por edificios filmados como si fueran naves espaciales. Además, Lucio es interpretado por más de un actor, lo que refuerza una idea de metáfora de búsqueda de alma gemela, ya que David quiere enamorarse. Mención aparte para los momentos en los que el protagonista se comunica con María (Ivana Brozzi, también coguionista), una amiga argentina que vive en Italia; el contacto entre ambos también tienen un enfoque fuera de todo convencionalismo.

Esta ensalada de recursos podría haber quedado en una confusión insalvable, pero se sostiene gracias a quela historia nunca pierde el eje y a la actuación de Guido Botto Fiora en el papel del obsesionado David.

Disco Limbo es una epopeya intimista cuasiextraterrestre, y la película ideal para antes de ir a fiestas… y por qué no para también proyectar durante las fiestas.

calificacion_3

 

 

 

Las Decisiones Formales, de Melisa Brito Aller (Argentina, 2015 – Competencia Argentina), por Ernesto Gerez

Transficción

La directora Melisa Brito Aller se define como una artista visual; Las Decisiones Formales, su primer largo después de una gran cantidad de cortos e intervenciones audiovisuales, está más cerca de una poesía que de un cuento. No estamos frente a un documental; su película tampoco es estrictamente una ficción o cine narrativo, aunque hay una historia: los intentos de Kimby (Alma Catira Sánchez) por formar parte de la maquinaria de carne que vende su fuerza de trabajo; dinámica odiosa por cínica e injusta pero que a su vez nos hace formar parte, pertenecer a un determinado sector (hoy en día sumamente alienado, por desgracia) que a pesar de lo horroroso de su funcionamiento y su resultado dentro de las reglas del capitalismo salvaje actual, nos aleja de las decisiones forzadas por la extorsión del hambre.

Kimby trata de insertarse en el mercado de esclavitud humana porque no nos queda otra: en el auge egoísta liberal de la felicidad individual del “hacé lo que te gusta”, no se piensa en los que a veces no pueden hacer lo que les place; la falacia del liberalismo termina cuando te tiene que llevar en taxi a cumplir tus sueños mongos un chofer con sus sueños destrozados. Aller nos muestra desde la poética visual los problemas de una trans cuando intenta acceder a nuestro atrasadísimo mercado laboral todavía heteronormativo, dominado por la moralina y los valores reaccionarios. Nos muestra cómo a pesar de los avances logrados durante los últimos años del kirchnerismo en materia de identidad de género, la inclusión sigue resultando una tarea difícil. Una Ley justa e importantísima como la 26.743 no es suficiente para anular estigmas y generar la inserción de determinados grupos vulnerables.

Lo mejor de Las Decisiones Formales es cuando habla desde las imágenes y desde la música. Tal vez los diálogos con resaltador flúo sean el único ruido en esta poesía. La molestia no se genera por la no utilización del canon de la actuación pequeño burguesa, sino por la obviedad de las palabras en juego. De todos modos, el texto explícito no es lo importante en la obra de Aller. La directora elige como escenarios la vida, la mugre y la potencia de las terminales. Como en su corto Constitución, en el que nos regalaba la sensibilidad de su mirada sobre parte de ese barrio, acá repite locación y suma la terminal de Retiro; siempre filmando con la inoxidable belleza del Súper 8, con largas tomas únicas, con lúdicas imágenes aceleradas, canciones particulares y algunos planos cubiertos de cierta carga onírica. Una película dividida entre las antireglas del videoarte, la denuncia poética y una argentinidad que -sin esfuerzo aparente- asoma intensa.

calificacion_3

 

Las Lindas, de Melisa Liebenthal (Argentina, 2016 – Competencia Argentina), por M.O.

Desde la infancia, Melisa Liebenthal se fotografía y se filma con sus mejores amigas. Ahora, a los veintipico, usa lo mejor de ese registro de antaño, más grabaciones actuales para darle forma al documental Las Lindas.

Las imágenes muestran a las chicas hoy en día, rememorando la niñez y la adolescencia: actos escolares, vacaciones, coreografías de Britney Spears, los primeros novios… Pero lejos de permanecer en superficialidades, Liebenthal profundiza en dos cuestiones al mismo tiempo: por un lado, el retrato generacional de un grupo de chicas, de las denominadas millenials (que comprende los nacidos entre 1980 y 1995, ya que se convirtieron en adultos a comienzos del siglo XXI), con sus intereses y su punto de vista sobre belleza y chicos; y por otro lado, la propia exploración de la directora de sus propios complejos con su altura, su no sonrisa y sus rasgos lésbicos que invitan a confusiones de otros.

Valiéndose de un tono divertido y de un montaje dinámico, Las Lindas no deja de ser una reflexión acerca de cuestiones de las muchachas de la actualidad y de siempre.

calificacion_3

 

 

 

Tomboy, de Celine Sciamma (Francia, 2011 – Cuenta Conmigo), por Emiliano Román

Además de ser una hermosa película, Tomboy no sólo aborda la temática desde una gran belleza narrativa, mucho cuidado y notables aciertos cinematográficos, sino porque también se mete en la génesis de estos conflictos de identidad, en aquella época de la vida donde un niña o niño comienzan a definirse sexualmente.

Lauren es una muchachita pre adolescente que se muda con su familia a un nuevo pueblo durante el verano, ahí tiene la oportunidad de dejar de ser la “marimacho” de la cuadra para presentarse como un varoncito llamado Mikael. El tema es que este juego, y no tan juego, terminará pronto, cuando comiencen las clases y la “verdad” saldrá a la luz.

Y ese es el punto que se aborda con notable altura ¿Cuál es la verdad de Lauren?, ¿Ser mujer como marca la biología, o ser hombre como lo determina su psiquis? Muy atravesado por la inocencia infantil, Mikael acude a varias estrategias para reafirmar su masculinidad ante otros, como escupir al piso, o utilizar plastilina debajo de la malla para exhibir un “bulto”. El film nos va narrando todo esto a través de la relación que arma el/la protagonista con sus pares, sobresaltando algo vital de esa etapa: el juego infantil. Nos muestra como los juegos son determinantes a la hora de asumir la sexualidad futura.

Con una actuación descollante de la pequeña actriz Zoé Heran, ni nosotros nos damos cuenta, hasta determinado momento del film, si se trata de una actriz o un actor. El resto del reparto está impecable. Muy bien graficada la dinámica familiar y la pandilla de niños.

Una película dura y muy tierna a la vez, la dureza tiene que ver con mostrarnos el gran sufrimiento que padece un niño a esta edad cuando su elección sexual contradice su biología; y ternura porque este niño/a despierta notables gestos de afecto entre nosotros.

calificacion_4

 

 

 

Nuestra cobertura completa del festival.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar...

Recibe las últimas novedades

Suscríbete a nuestro Newsletter