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FESTIVALES

FESAALP 2017: La Plata Filma y Aullidos

Entre las secciones del Festival de cine Latinoamericano de La Plata – FESAALP sobresalen La Plata Filma, con lo más destacado de la producción local, y Aullidos, que presenta los nuevos exponentes del género fantástico y de terror. A continuación, críticas de los films más recomendados.

 

En Busca del Muñeco Perdido, de Facundo Baigorri y Hernán Biasotti (Argentina, 2016 – La Plata Filma), por Matías Orta

La comedia argentina tiene una buena cantidad de vertientes, pero casi nunca se atrevió con el humor absurdo, pero no menos inteligente y creativo (al menos, no de manera satisfactoria), como el que desde los Estados Unidos potenciaron la trío David Zucker, Jerry Zucker y Jim Abrahams en películas como Y Dónde está el Piloto (Airplane, 1980). Es posible encontrar algo de esos elementos en algunos films del cine argentino de género independiente, por el lado de la productora Vaco Moloco. Pero el exponente más nuevo y deudor de aquellos largometrajes proviene de La Plata: En Busca del Muñeco Perdido (2016).

Fito y sus amigos se conocen desde chicos y siempre estuvieron condenados a ser suplentes, del equipo de fútbol vecinal y de la vida en sí. La chance de hacer algo grandioso reside en un muñeco gigante, relleno de juegos de pirotecnia, que, como es tradición, deberá ser quemado el 31 de diciembre, a fin de despedir el año anterior y recibir al nuevo. Pero a pocas horas del ritual, descubren que el muñeco, preparado con amor y dedicación desde hace tiempo, les fue robado. Tendrán un puñado de horas para recuperar la verdadera fuente de esperanza personal, no sin antes toparse con diferentes tribus, personajes y situaciones con alto grado de locura.

Los responsables de Tangram Cine ya venían demostrando su imaginación y su sentido del humor en las series web Policompañeros Motorizados (que retrata la vida de agentes de la ley cuando no están siendo heroicos) y Un Año sin Televisión. Aquí logran explayarse en su estilo, con montones de parodias y homenajes, un desparpajo a prueba de todo y un saludable nivel de autoconsciencia: en algunos momentos, los Fito y sus amigos suelen interactuar con los propios cineastas, y hasta advierten la llegada de flashbacks y se divierten con ese recurso. Y detrás de los gangs y del delirio que puebla la trama, una tierna oda a la amistad.

Si lo que se busca es reírse a carcajadas y disfrutar de referencias a superhéroes, monstruos, pandillas y demás, entonces En Busca del Muñeco Perdido se erige como una propuesta imperdible.

calificacion_4

 

 

 

Relicto: Un Relato Mesopotámico, de Laura Sánchez Acosta (Argentina, 2016 – Aullidos), por Alejandro Turdó

Naturalismo siniestro

El terror es un género en el cual la mayoría de las veces, cuanto menos se muestra, mejor. Lo que cada espectador imagina puede ser mucho más efectivo que el monstruo más horroroso y más rendidor que litros y litros de sangre.Relicto: Un Relato Mesopotámico (2016) es la opera prima de Laura Sánchez Acosta, quien convirtió su tesis de grado de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Plata en un largometraje que se mete de lleno en nuestros mitos folclóricos para contar una historia que toma un camino pocas veces recorrido en el cine de miedo local.

Tras la muerte de su esposa, Oscar decide recluirse lejos de la ciudad junto a su hija Tamara, en un hogar en contacto con la naturaleza, a pasos del monte, inmersos en un paisaje tan inhóspito como enigmático. Luego de la muerte de su madre, la conducta de Tamara se torna lo suficientemente errática como para obligar a Oscar a seguir de cerca cada uno de sus pasos. Conforme avanzan los días en la extraña casa, padre e hija comienzan a experimentar algo extraño en el aire, una presencia tenebrosa, el peso de algo trágico e inevitable que se cierne sobre sus cabezas.

Filmada en locación en Concordia, provincia de Entre Ríos -y bajo un formato de producción poco ortodoxo-, el largometraje explota recursos simples pero no por eso menos efectivos, en pos de acercarnos a un relato donde la impronta de lo sugerido cobra una fuerza clave; no precisa recurrir a clichés ni lugares comunes para congraciar con el espectador ni mantenerlo expectante.

Gracias a la utilización constante del fuera de campo como si se tratase de un personaje más, sumado a la conformación de un clima opresivo y ominoso que marca el tono de principio a fin, Relicto nos mantiene en vilo, expectantes ante aquello que parece trágicamente inevitable una vez que los engranajes de la historia son puestos en movimiento.

Tomando como fuente de inspiración el Gótico Mesopótamico -ese período literario de Horacio Quiroga correspondiente a la antología Cuentos de Amor, de Locura y de Muerte (1917)- los mitos autóctonos y apoyándose en el universo fantástico creado por H.P. Lovecraft, Relicto: Un Relato Mesopotámico es una obra que confirma el buen estado de nuestro cine de género, cuyo futuro descansa en el talento de nuestrxs realizadorxs más jóvenes.

calificacion_4

 

 

 

Punto Ciego, de Martín Basterretche (Argentina, 2016 – La Plata Filma), por Diego Avalos

Un fantástico nacional posible

Punto Ciego plantea el problema de cómo representar lo marginal en la actualidad, sin considerar necesariamente a lo que está en el margen como lo pobre o lo miserable, sino como lo alterno que puede volverse centro. Lo marginal en este caso es lo fantástico, género que aún es más marginal en un país cuyo cine fantástico tuvo sus más apreciados recorridos dentro del período clásico, en una particular combinación con el melodrama. Entonces, ¿cómo pensar en Carpenter desde Argentina? ¿Cómo hacerlo en Hitchcock, en De Palma, desde un nosotros que nosotros mismos nos creamos posible? Los argentinos, que aceptamos cualquiera verosímil fantástico extranjero, para los locales nos volvemos extremistas de la disconformidad. Martín Basterretche plantea con su película estos arriesgados interrogantes y encuentra una interesante respuesta.

Punto Ciego sitúa su acción en un puerto de una pequeña ciudad balnearia, que es a Buenos Aires un margen, como lo es también al llamado “interior del país”. La misma locación entonces se vuelve situación de conflicto: una tensión entre la ciudad y lo rural que encuentra su simetría en otros pares binarios: la realidad y la ficción, lo masculino y lo femenino, lo fantástico y lo demencial, el bien y el mal. Esta ciudad puerto, espacio de una puesta en escena puesta al margen, es entonces un verdadero puerto simbólico desde el cual se trafican sentidos: un héroe del interior del país caído en una trama citadina que lo excede, un cantante del llamado género folklórico enfrentado a otro cantante representante del tango actual, un Ulises no preparado para evitar la seducción de una sirena ya no auditiva sino visual, un Norman Bates viviendo su propio Vértigo y un Gavin Elster que en esta época ya no necesita construir mujeres materiales porque vivimos en un mundo de virtualidades más reales que los fantasmas. Donde la película triunfa es en el planteamiento que hace de su fuera de campo. Es a partir de los fragmentos, los sobreentendidos, los silencios y las acciones, que se crea una constante sensación de amenaza tan onírica como real. Para esto es esencial la destacada manera en que se plantea el enfrentamiento de dos logias secretas que se debaten por un mismo mar, siendo este el representante de otra cuestión, de otras aguas: desde el corazón del protagonista a la humanidad toda.

Punto Ciego y su guión parecen demostrarnos que lo fantástico nacional es posible a partir de comprender cuáles son nuestros márgenes en todos sus sentidos, cuál es nuestra herencia fantástica (que siempre sobrevolará a Bioy y por ende al amor), cuál es nuestra relación con el cine fantástico de la autoconsciencia de Hollywood y cuál es el aporte que desde nuestro arrabal podemos brindar. Seremos sutiles, seremos amigueros, seremos del bar y también del mar. Nuestras mujeres nunca serán tan malas y Buenos Aires será siempre fantasmal. Nuestros héroes serán derrotados desde el momento de pisar acá, lo católico dirá su nombre y el buen gusto luchará contra la rascada hasta que este, nuestro país, ya no sea más.

Punto Ciego. Un importante primer paso hacia un gran ideal.

calificacion_4

 

Terror 5, de Sebastián y Federico Rotstein (Argentina, 2016 – Aullidos), por M.O.

Las antologías de historias de terror poseen un encanto único. El cine dio muy interesantes muestras. En Gran Bretaña, la productora Amicus se especializó en el tema, con exponentes como Las Tijeras del Diablo (Torture Garden, 1967), y Creepshow (1982) ya es toda una institución. Argentina no se queda atrás: Narciso Ibáñez Menta protagonizó Obras Maestras del Terror (1959), y más recientemente, Fabián Forte y Demián Rugna presentaron Malditos Sean! (2011). Incluso Relatos Salvajes (2014), tiene al menos dos segmentos que bien podrían pertenecer a la serie Cuentos de la Cripta (Tales from the Cript). Terror 5 (2016) también se corresponde con este subgénero.

La acción transcurre durante una noche, durante un toque de queda debido a un episodio turbulento: un grupo de políticos es absuelto de un derrumbe en el que murieron 15 personas. Mientras se desarrolla este evento (que incluye resurrecciones de ultratumba), los padecimientos de un muchacho (Gastón Cocchiarale) por parte de sus amigos durante una reunión, alumnos de colegio secundario con oscuros secretos, una pareja a punto de pasar un mal momento dentro de un albergue transitorio y dos hombres a punto de “conocer” a una señorita. Cinco tramas unidas por sexo, represión, sangre, venganza, brutalidad.

Los hermanos Sebastián y Federico Rotstein ya contaban con una carrera en el cine. El primero escribió películas como Recortadas (2009) y 20.000 Besos (2013), ambas de Sebastián De Caro, y el segundo es asistente de dirección de cineastas de la talla de Néstor Frenkel. Ya habían unidos fuerzas en el corto Liebre 105 (que casi integra la película). En Terror 5 crean un marco apocalíptico para explorar la conducta más íntima, más perversa del ser humano, sin caer en chistes y priorizando un tono sombrío. Incluso cuando hay elementos sobrenaturales no se mueve de esas cuestiones, lo que le torga sustancia y dramatismo a cada episodio. Si bien algunas referencias son evidentes e inevitables, evitan la cita fácil y los guiños a los fanáticos.

Con un elenco que también integran Gastón Cocchiarale, Walter Cornás, Rafael Ferro y Nai Awada, entre otros, la película confirma que el cine de miedo argentino sigue encaminado, que de a poco se ganó el respeto del público, y recuerda el perverso placer de degustar las buenas antologías cinematográficas.

calificacion_4

 

 

 

El Muerto Cuenta su Historia, de Fabián Forte (Argentina, 2016 – Aullidos), por M.O.

Desde que Abbott y Costello se codearon con los monstruos de la Universal, la mezcla de terror y comedia pasó por todo tipo de enfoques. Argentina supo tener sus propios exponentes: El Fantasma de la Opereta (1955), de Enrique Carreras; Los Vampiros los Prefieren Gorditos (1974), protagonizada por Jorge Porcel; Los Matamonstruos en la Mansión del Terror (1987), con la entrañable Brigada Z; Galería del Terror (1987), aventura del tándem Olmedo-Porcel… Pero ninguna como Plaga Zombie (1997). Además de ser vibrante y divertida, esta producción independiente fue la punta de lanza para el surgimiento de un cine de género nacional abocado al fantástico. Dentro de esta camada de cineastas surgió Fabián Forte. En su ópera prima, Mala Carne (2003, luego retitulada Carnal, con escenas adicionales), presenta a dos muchachos que, en busca de sexo casual, dan con señoritas de apetitos sanguinolentos. Una premisa con algunos puntos en común, que el director retoma -con más recursos y más elenco- en El Muerto Cuenta su Historia.

Ángel (Diego Gentile) está casado con Lucila (Moro Anghileri), y ambos son padres de Antonella (Fiorela Duranda). Pero eso no le impide aprovechar su trabajo como director de avisos publicitarios para conocer chicas hermosas y acostarse con ellas. Se piensa que puede estar con todas, cuando quiere, y lo hace sin culpa. Su rutina cambia cuando Eduardo (Damián Dreizik), amigo, colega y cómplice de infidelidades, le adosa un extraño medallón. A partir de allí, Ángel tendrá visiones de mujeres tan sensuales como misteriosas y peligrosas y reales y de afilados colmillos. Una mordida en el cuello lo mata… o no tanto, ya que resucita convertido en una suerte de zombie que sólo puede alimentarse de carne cruda y padece síntomas biológicos femeninos. Y no sólo eso: por las noches entra en un estado hipnótico y se interna en un bosque, convertido en esclavo de quienes resultan ser diosas de la mitología escocesa. Pese a su flamante e inesperada condición, Ángel deberá ingeniárselas para recuperar a su familia e impedir la llegada de una amenaza aún más temible.

Las más grandes dosis de humor (humor negro, más precisamente) provienen de los intentos del desafortunado muchacho por ocultar su estado de incesante putrefacción, la manera en que deberá adaptarse a las alteraciones corporales y la relación con Eduardo y otros seres zombificados. Y en los momentos puntuales de puro terror, deja de lado por un rato los chistes para generar privilegiar la sangre y la angustia. Este modo de combinar géneros remite al John Landis de El Hombre Lobo Americano (An American Werewolf in London, 1981) y Transilvania mi Amor(Innocent Blood, 1992). También es posible rastrear influencias -confesadas por el director- de La Hora del Espanto(Fright Night, 1985), El Club del Terror (Vamp, 1986) y Las Brujas (Las Brujas de Zugarramurdi, 2013), de Álex de la Iglesia. Además, en una escena, Ángel lamenta no haber visto más cine de John Carpenter que de Wes Anderson. Sin embargo, Forte no se regodea con las referencias y el film se sostiene por sí solo, sin depender de los homenajes ni de los guiños.

Sin dejar de lado los elementos fantásticos y gore, funciona como una sátira sobre el machismo y la impunidad de los hombres en materia sentimental -y sexual- con respecto a las mujeres. Algo de esas cuestiones ya aparecían en Mala Carne y en La Corporación, su anterior película, pero ahora Forte las lleva más allá, esquivando cualquier panfleto pero otorgándole una sustancia extra a su creación.

Aunque viene trabajando en cine, teatro y televisión desde los ’90, Diego Gentile se vio catapultado gracias a su rol del marido de Érica Rivas en el último segmento de Relatos Salvajes (2014). El Muerto… significa su primer protagónico en la pantalla grande, y lo lleva con altura: importante presencia y timing para la comicidad (desde hace años también forma parte de la obra Toc Toc). Por su parte, Damián Dreizik revalida su título como uno de los mejores y menos reconocidos comediantes de la Argentina. Pablo Pinto, Sebastián Berta Muñiz y Lautaro Delgado interpretan a tres no muertos que se las arreglan para “vivir” así; personajes secundarios, pero jugosos y desopilantes. Moro Anghileri encarna a la mujer que más padece (y también la más racional), y la niña Fiorela Duranda sigue afianzándose en el terror nacional: viene de participar en Ataúd Blanco: El Juego Diabólico (2016), de Daniel de la Vega. Mención especial para Emilia Attias haciendo de bella chupasangre; al igual que en sus recientes incursiones cinematográficas, da muestras de carisma y sensualidad, a la manera de una Angelina Jolie latinoamericana.

El Muerto Cuenta su Historia es un nuevo triunfo del combo terror + comedia y, sobre todo, una peculiar fábula sobre la batalla de los sexos en el mundo actual.

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