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CRÍTICAS

DISCO RECOMENDADO: Blur – The Magic Whip

BLUR– THE MAGIC WHIP

 

And you’ve been so busy lately that you haven’t found the time

To open up your mind

And watch the world spinning gently out of time

Feel the sunshine on your face

It’s on a computer now

Gone to the future way out in space.

Blur “Out of time”

 

Este extracto de Think Tank –el último disco de Blur antes de que Damon Albarn se lanzara hacia esa explosión creativa que lo mantuvo camaleónico y vigente a la vez durante la última década- tal vez puede ser considerado como la estela final que marcó el camino para el celebrado disco regreso de la banda. Con la lógica evolución como compositor y arreglador lograda por el carismático frontman del grupo que supo hacer delirar a las adolescentes argentinas por primera vez en noviembre de 1999, The Magic Whip se presenta como un trabajo que ofrece una pluralidad de paisajes sonoros, una montaña rusa de emociones que invita a ser descubierta en una escucha continua. Amigo y a la vez enemigo del modo random del MP3, el disco compuesto en Hong Kong durante la gira de 2013 que llevó al cuarteto inglés por el continente asiático, tiene sin dudas la impronta que Oriente imprime en todos los occidentales que se enfrentan con la aparente masa uniforme que propone un viaje al otro lado del planeta.

El disco abre con una canción de impronta noventera, “Lonesome street” enarbola esos coros “uh, uh” que retoman la esencia pop de Blur, desplegando una melodía pegadiza y el encantador acento inglés de Albarn, que roza a esa forma de hablar de los barrios bajos de Londres y que supo popularizar también en la década de los 90 la banda de hip hop The Streets. A partir de ahí se inicia el viaje, que puede contener oscuras y melancólicas paradas –como “New World Towers”, “Thought I was a spaceman” o la más apocalíptica de todas “There are too many of us”– o brillantes piezas musicales en donde el rock y el pop se funden en edulcoradas melodías que seguramente muy pronto serán arruinadas por la publicidad de un celular. Tal es el caso del himno cuasi adolescente “Ong ong”, una canción que mezcla la ironía con la candidez de los “la, la, la” de sus coros: I crawled out the harbour with recession behind / And I’m feeling the love of you / So you better get a charge ’til I see you again You know just what to do.

Pero es en las composiciones más cerradas y melancólicas en donde se ve el crecimiento experimentado por el grupo, que supo metabolizar de manera eficaz las influencias de Gorilaz, The Good, the Bad and the Queen y el trabajo solista más reciente de Albarn, Everyday Robots. Las reminiscencias de Bowie e Iggy Pop se escuchan en temas como “Go out”, que ostenta una intro de guitarras sucias y saturadas que le otorgan un clima denso y postpunk.

Más allá de estos climas de sótano, The Magic Whip esconde baladas de arreglos preciosistas: dos ejemplos son “My terracota heart”, en donde la voz de Albarn se aterciopela como en una canción de cuna cuando canta: I’m running out of heart today / I’m running out of open road to you and I know / You are emoting and you’re dazed / I’m sweating out the toxins / Is my terracotta heart breaking? O Ghost ship, una balada cálida con clima Barry White, en donde se mezclan los vientos y la poesía de la lírica: Till I ever hold you out there again, will you be mine? / ‘Cause I’m on a ghost ship drowning my heart in Hong Kong / It’s the last ride boarding here tonight out in the bay / I’ll need a lantern in you to shine out bright rays.

Por último, no se puede dejar de mencionar a la rockera “I broadcast”, un tema potente de guitarras rítmicas al palo que proporciona una bocanada de aire fresco en la mitad del disco.

Ya sea por sus canciones rockeras, melancólicas, postapocalípticas o netamente pop, The Magic Whip es un disco con múltiples entradas, que marca el regreso de esta banda emblemática del brit pop que supo marcar la escena de los 90 en el Reino Unido. La diversidad experimental y sonora de este trabajo muestra la calidad en la evolución de Blur, ligada a la experiencia obtenida por el paso de los años y por el beneficioso efecto –en este caso- de los proyectos paralelos desarrollados por su alma máter, Damon Albarn.

 

Por Pilar González.

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