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CRÍTICAS

Let’s Eat Grandma – I’m All Ears (2018)

Hace dos años apareció I, Gemini, el debut de Let’s Eat Grandma. El dúo integrado por Rosa Walton y Jenny Hollingworth (que apenas tenían 16 y 17 años) se mostró como una promesa con un disco lleno de buenas ideas, aunque un poco desarticuladas, y con mucho de experimentación.

Todo el potencial que prometían lo comenzaron a revelar en su nuevo trabajo, I’m All Ears. Colaboraron con la producción del disco SOPHIE, una de las artistas del momento que acaba de editar su propio debut y que trabajó con Madonna, y Faris Badwan, cantante de The Horrors. Con esto desaparecen esos aires de producción casera y ese espíritu lo-fi (aunque I, Gemini sonaba bastante bien). También desaparecen las temáticas infantiles: en este nuevo trabajo no hay Rapunzel, hay Donnie Darko.

Después de “Whitewater”, una pequeña introducción instrumental, que muestra una macabra densidad floydeana, arranca la seguidilla de canciones pop. “Hot Pink”, el primer corte de difusión, habla de la identidad de género: “Mientras vos tratás de decidir si es chica o chico, si hay una razón para definir”. La influencia de SOPHIE es clara, el tema comienza tranquilamente sobre una capa de teclados delicados hasta que irrumpen los sonidos industriales que golpean fuerte. Siguiendo con el formato pop aparecen las melodías pegadizas de “It’s not just me” (en la vena de CHVRCHES) y “I Will Be Waiting”.

A pesar de ser un disco más redondo que su debut, la banda no pierde su costado experimental, como en las pequeñas intervenciones “Missed Call (1)” y “The Cat’s Pyjamas”. Hay un giro dramático muy marcado en “Snakes & Ladders”, se escucha la desesperación en las voces de las adolescentes inglesas y aumenta la itensidad a medida que avanza la canción. Los versos, interrumpidos apenas por pequeños estribillos, se hacen cada vez más largos mientras Rosa y Jenny escupen frases como: “Me estoy echando a perder, no respiro, solo me retuerzo” o reclamos como “dame algo real, algo que dure, algo no mundano”. “Ava” es una balada al piano, bastante desoladora y con un sonido de fondo (¿lluvia?, ¿fritura?) que le aporta un clima inquietante.

Para el final el tono cambia, ya pasó el pop, ahora los climas son más densos, como los que proponían en su pequeña obertura. Además de la mencionada “Ava”, aparece “Cool & Collected” con una introducción floydeana noventosa que parece que en cualquier momento comienza a cantar David Gilmour. Y el tema se construye lentamente, con un crescendo constante. El mismo truco aparece en “Donnie Darko”, la canción de once minutos que cierra el álbum. Un riff disco atraviesa toda la canción y alcanza el clímax cuando aparecen los teclados y guitarrazos dramáticos y Jenny nos canta: “Donnie Darko está en mi parabrisas gritando que detenga el auto. Pero no puedo”. Después comienza el outro y el tema vuelve a donde empezó.

Rosa y Jenny crecieron musicalmente y lo demuestran en su nuevo trabajo, con una dirección más definida que en su debut se convirtieron en el duo de pop inteligente con dosis justas de extravagancia que prometían.

© Patricio Durán, 2018 | @moss_elixir

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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