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CRÍTICAS

Melody’s Echo Chamber – Bon Voyage (2018)

Este disco de Melody’s Echo Chamber (nombre del proyecto de la francesa Melody Prochet junto a diferentes músicos no estables) tendría que haber salido hace un año, pero a causa de un accidente –del que no se saben muchos detalles porque Melody dice no estar lista para hablar del tema, aunque sabemos que sufrió una caída que le provocó un aneurisma y la fractura de tres vértebras– todo el asunto se pospuso y se cancelaron las fechas de la gira que tenía previstas (Sudamérica estaba incluída).

Finalmente, el pasado 15 de junio apareció Bon Voyage, el sucesor de su debut homónimo del 2012. Aquel disco había sido producido por Kevin Parker, líder de Tame Impala y pareja de la cantante en ese momento.

Con solo siete canciones en apenas 33 minutos, la mayoría del disco está cantado en inglés o en francés, pero hay una pequeña canción en sueco: “Var Har Du Vart?” (¿Dónde estuviste?”). Este tema fue escrito por Gustav Ejstes de la banda Dungen. Reine Fisken, compañero de Gustav en Dungen, es uno de los productores del disco. Parece que Melody se nutrió del grupo psicodélico escandinavo para reemplazar el rol de Parker en este nuevo trabajo.

El álbum continúa con lo propuesto en su debut, entre la psicodelia, la chanson, la experimentación y algunos elementos del dream pop Melody nos invita a viajar. Comienza con “Cross My Heart”, el single que ya tiene más de un año y quedó “colgado” cuando se pospuso la salida de Bon Voyage (había salido antes del desafortunado suceso). En la canción se mezclan las guitarras distorsionadas con las acústicas, la flauta con los teclados, y la voz de Melody que nos canta “No puedo seguir cayendo desde tan alto”. Si tenemos en cuenta que el disco estuvo terminado antes del accidente, la frase resulta escalofriantemente premonitoria. En las dos canciones que siguen Melody insiste: “Curándome lentamente, sintiéndome mal” y “Tanta sangre en mis manos”. Pero claro, se trata simplemente de una mórbida casualidad, este álbum para Melody es sobre hacer una introspección y curar el alma, desde ese lugar se entienden las letras y las melodías.

En “Breathe In, Breathe Out” aparece la veta más pop, una canción alegre de menos de tres minutos con un corte beatle en el medio. “Desert Horse” es donde la etiqueta de pop progresivo gana sentido, un montón de ideas diferentes que conviven en cinco minutos, el comienzo hipnótico, las intervenciones violentas (un grito desaforado de un hombre en sueco, seguramente de Gustav o Reine), la voz robótica al mejor estilo Daft Punk, los sintetizadores y las melodías tan típicas francesas. Todas estas ideas desfilan fugaces, se terminan o son interrumpidas por un fragmento nuevo del tema pero conforman un todo encantador: la suma de las partes.

La psicodelia se hace más clara en “Visions of Someone Special, On a Wall of Reflections” y “Shirim”, las canciones que cierran el disco, con notas reminiscentes de la música de medio oriente. Aquí vemos el aspecto quizás más destacado del disco, donde la francesa hace honor a su nombre, Melody nos entrega melodías inspiradas que, al parecer, están con ella desde su bautismo.

© Patricio Durán, 2018 | @moss_elixir

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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