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CRÍTICAS - SERIES

Dark

(Alemania, 2017)

Creada y producida por Baran Bo Odar y Jantje Friese. Escrita por Jantje Friese. Dirección: Baran Bo Odar. Elenco: Oliver Masucci, Karoline Eichhorn, Jördis Triebel, Louis Hofmann y Maja Schöne.

Dark: no importa cómo, sino cuándo

Dark es un relato fantástico, bien construido, sólido y muy bien escrito y excelentemente filmado. La serie transcurre en Winden (1) en tres tiempos distintos en los que se repiten ciertos sucesos. Es por medio de un agujero negro en la composición temporal que se pasa de un tiempo a otro a través de un túnel. Cada treinta y tres años la historia se repite: por un lado tenemos la guerra fría (1953), la Alemania levantándose luego de la Segunda Guerra Mundial y el nazismo; por el otro, los ochenta y las nuevas modas en Europa, Chernobyl (1986); y finalmente el presente (2019). La segunda temporada, ya realizada, parece continuar esta alteración temporal. Sospecho que con un cuarto tiempo, treinta y tres años después del presente (2052), que equilibrará esta tripartición problemática. Los cambios, la gente que se queda atrapada en otra época, el pasado y el futuro como parte del presente, hacen de esta serie un relato muy interesante.

La trama se basa en la desaparición de niños. Niños que son secuestrados y trasladados a un tiempo anterior, o posterior. Y el viaje que inician los personajes con la intención de acomodar ciertas cuestiones. El tema es que al acomodarlas – en caso de lograrlo – pueden hasta anular la propia existencia.

Dice el pequeño Mikkel, antes de desaparecer en 2019: “Lo importante es que te encuentren, aunque sea muerto.” Mikkel es un chico despierto e inteligente de unos doce años que gusta de hacer inocentes trucos de magia, en los que, por ejemplo, pasa un cubo de azúcar de un vaso tapado a otro. Cuando le preguntan cómo lo hace, él responde: “no importa cómo, importa cuándo”. Este es el principio fundamental de la serie. Mikkel desaparece y es llevado a 1986, donde luego se transformará en un hombre y será el padre de Jonas, cambiándose el nombre (Michael) para disimular su recorrido temporal, y suicidándose al comienzo de la serie. Mikkel en 2019 era el hijo de la directora de la escuela (Katharina) y de un policía (Ulrich), a la vez que hermano de la ex novia de Jonas, Martha.

Jonas es el protagonista. Un joven que en 2019 tiene 16 años y que descubre con cierta ayuda la verdad sobre su padre tras el suicidio. Jonas está destinado a ser el salvador del mal que aqueja al pueblo. Jonas viaja tres veces hacia atrás en el tiempo, como los tres días que su homónimo bíblico vivió en el interior de la ballena. Recordemos que Jonas tiene una experiencia similar a la de Cristo, es un anticipo del sufrimiento y la resurrección de Cristo, que éste cita puntualmente en un pasaje del Evangelio (2). El falso sacerdote – el mal en la economía del film – confirma sutilmente el recorrido y las dudas de Jonas. Su doble futuro le envía una encomienda con los pasos del ritual: el lugar, el mapa y los elementos necesarios para el recorrido.

Todo está construido de manera doble en Dark. El mitologema del doble es la base de la construcción simbólica (3). Los personajes se duplican en los diferentes tiempos, reflejando la doble posibilidad – la puja – entre destino y libre albedrío. Mucho del cine de Fritz Lang vemos en el despliegue de esta serie alemana. A la vez, la temporalidad cerrada y el mac guffin del túnel dan una idea de perfecta circularidad, que es ciclo pero también encierro. Es renovación – en Jonas – pero también condena – como es el caso de Ulrich.

Las permanentes repeticiones producen una estructura simétrica, sólida, claramente intencionada. Las dos máquinas del tiempo, los recurrentes sueños de Jonas – siempre relacionados con su padre –, Mikkel y Mads intercambiados en el tiempo, los ciclos cada 33 años, los pájaros muertos, las obsesiones de Hannah, los hermanos simétricos de la familia Nielsen – en el 1986 y en 2019 –, los padres, las infidelidades, las muertes, la bifurcación en el túnel que nos llevan a un tiempo u otro. Al comienzo de la serie vemos unas cuantas fotografías en una pared unidas por hilos que nos dan ciertas referencias de la trama que vendrá, y actuando a modo de índice de lo que luego se irá desarrollando. Al final, esa misma pared, completa, observada por una Claudia arrepentida de sus errores del pasado, cobran un nuevo sentido y destacan el plan que se cierra finalizando la primera temporada.

La serie habla sobre el tiempo. Sobre el tiempo que se superpone, sobre el destino y la existencia. Sobre la caída en el tiempo. El tiempo como laberinto. El tiempo es el mundo – como oposición a la eternidad. Y a partir de esta premisa, es Noah, el falso sacerdote, quien domina perversamente los movimientos temporales y quien planea y lleva a cabo la matanza de los niños. De manera opuesta, es Jonas el posible salvador. El que se hace cargo de la situación e intenta destrabar el plan siniestro de Noah. Plan que, por cierto, cuenta con ciertas relaciones de poder en la modernidad, vinculadas, en este caso, con las políticas nucleares, y con determinados desequilibrios producidos por las mismas. Jonas inicia su tarea para restablecer el equilibrio perdido, quedando en suspenso para la segunda temporada dicha resolución.

“Sabemos poco o nada de lo que realmente nos ocurre”, se repite en la serie unas cuantas veces. Si bien esto es algo evidente en la primera historia, nos habla de ciertos misterios, de cuestiones inexplicables que el hombre moderno no entiende. Otra vez la idea del laberinto. Se relaciona directamente con – una vez más – la eterna batalla entre el bien y el mal, relatada por Noah en el lujoso auto al joven Bartosz, hablándole de luz y oscuridad. De hecho, cuando alguien pasa por el túnel, moviéndose de un tiempo a otro, en 2019 titilan las luces. Todas las luces, las de los autos, la calle, las casas y las linternas.

La simetría de los pájaros muertos que caen del cielo es bellísima. Sobre todo a partir del personaje de Charlotte Doppler, la jefa de policía. Cuando era adolescente, en 1986, los hallaba muertos en el camino y los recolectaba, los medía, los dibujaba y los guardaba (4). Ahora de grande, los ve caer en una lluvia extraña que le recuerdan sus tiempos de juventud. El vuelo se ve imposibilitado por las fuerzas del mal, atribuidas claro a ciertos desastres ambientales, que no son más que las consecuencias de aquellos. La lluvia de pájaros menta la tormenta del barco en el que viajaba el Jonas bíblico. Recordemos que Jonas quiere decir paloma. Los pájaros – como los niños desaparecidos y muertos – tienen los tímpanos reventados. La sordera es una falla terrible porque no se puede escuchar a Dios. Dios es Verbo al comienzo. Palabra. Después se hará carne (y habitará entre nosotros). Entonces el demonio nos provoca míticamente esa sordera. Nos rompe los tímpanos y por ese motivo, como los pájaros de la serie, perdemos equilibrio y nos caemos. El pasaje del Dios Verbo al mundo es el paso de la eternidad al tiempo. Nos caemos porque no podemos escuchar a Dios (5). Las treinta y tres ovejas que aparecen muertas en 1986 – también con los tímpanos rotos – son el complemento apocalíptico de los pájaros. Eso es Winder, la ciudad en la que transcurre Dark. Extensiva y simbólicamente, también es la Alemania moderna. Y el mundo.

Entiendo el final ambiguo y de puntos suspensivos como un pie a la segunda temporada. ¿Qué futuro es ese del final del último capítulo? ¿2052? Veremos. Si bien nos deja un sabor raro, parece más que alentador.

Por último, debo resaltar el maravilloso trabajo de casting que tiene la serie, ya que la mayor parte de los personajes están en dos tiempos – algunos pocos en los tres tiempos – representados por distintos actores que se ajustan de una manera perfecta a la caracterización y a la imagen del mismo personaje en las diferentes épocas. Algo similar se puede decir de la banda sonora de la serie. Pertinente, contundente, original y precisa en cada momento dramático del relato.

 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

  1. (1) Winden es un municipio en la región de Friburgo, en el sur de Alemania, cercano al límite con Francia.
  2. (2) El pasaje de Jonas en la biblia se divide en dos partes: el primero, es la promesa a Dios, su incumplimiento, la huída en barco, la tormenta que Dios desata, el ayuno, los marineros que lo tiran al mar por su culpa, el rescate de la ballena, la súplica, el perdón y la vuelta a su cauce. La segunda parte es Jonas en Nínive, sus dudas y la misericordia final de Dios. Esto se despliega puntualmente en la serie. Sin levantar la voz, ni dar indicaciones inútiles.
  3. (3) Cuando Magnus persigue a Franziska pasan por la clase de literatura donde el profesor de fondo está explicando – a partir de un poema de Goethe – el sentido de las repeticiones, cómo se construye lo simbólico desde la duplicidad.
  4. (4) El perverso Helge de niño tenía una inclinación similar hacia los pájaros muertos.
  5. (5) Referencia al pecado original.

 

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