Dramaturgia y dirección: Mariano Pensotti. Vestuario: Mariana Tirantte. Escenografía: Mariana Tirantte. Iluminación: Alejandro Le Roux. Ingeniería De Sonido: Ernesto Fara. Música: Diego Vainer. Asistencia de escenario: Carlos Etchevers, Manuel Guirao, Malena Juanatey, Tatiana Mladinea. Asistencia de escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez. Producción: Grupo Marea, Florencia Wasser. Elenco: Santiago Gobernori, Mauricio Minetti, Andrea Nussembaum, Agustín Rittano, Julieta Vallina. Prensa: Centro Cultural General San Martín.
La representación presente de una cosa ausente
En los últimos años hubo una especie de aluvión de producciones estéticas cuyo eje temático rondó en una posible representación estética de la última dictadura cívico – militar argentina. En diversos lenguajes, formatos y soportes la militancia, la identidad y la memoria fueron tópicos recurrentes para abordar el pasado reciente. La obra de Mariano Pensotti podría inscribirse en esta serie de relatos pero se aleja de la mera narración post dictatorial.
Cuando vuelva a casa voy a ser otro toma la estructura de capítulos o actos que se suceden para dar cuenta de historias que se entrecruzan, la principal es la que marca el ritmo de la historia y nos indica cuál es el núcleo de lo que está pasando.
El hijo de un ex militante recupera objetos que fueron enterrados en los 70 por su padre y entre ellos encuentra una casete en el que está grabada una canción que contiene una voz que ninguno reconoce como propia. ¿De quién es la canción y por qué la cinta se encuentra entre los recuerdos personales? Es la pregunta inicial y el destino de la canción es lo que va a ir uniendo historias y personajes.
Pensotti recurre a la lógica del fragmento como metáfora de la memoria para armar ese entramado que supone la identidad, minúscula, constituida a partir de micro identidades que se activan contextualmente en los micro mundos por los que los personajes transitan.
Santiago Gobernori, Mauricio Minetti, Andrea Nussembaum, Agustín Rittano, Julieta Vallina encarnan el desafío de componer diferentes personajes con el mismo vestuario y similar máscara, salvo en la secuencia que dan cuerpo a un grupo de travestis paraguayos que hace covers de los Beatles. Allí está super marcado el cambio de personajes y es Julieta Vallina quien se lleva todos los aplausos.
La trama dramática se corre para dejar espacio a la comedia que se inaugura a partir de los quiebres que implican determinadas situaciones y sus resoluciones. Para ello es fundamental la puesta en escena, que se vale de carteles luminosos, video, música en vivo, cintas transportadoras, siluetas de cartón tamaño real, entre otros motivos que se desplazan para confluir en un modo de contar con sello propio. Podríamos decir que la dirección de Pensotti hace que esta obra sea lo que es.
Así como en su obra anterior, “Cinestas”, Pensotti dividía hacia lo alto el escenario para contar en paralelo historias coexistentes; acá la simultaneidad está dada por la presencia de cintas transportadoras sobre las que se mueven las escenas al igual que sucede con los recuerdos.
La fragmentación y estética video clip, por un lado, alude al comportamiento de la memoria que opera por selección concomitante a los procesos de olvido y, por otro, al tipo de subjetividad posmoderna, escindida y en conflicto que busca su identidad en la historia que, a su vez, también se presenta como sucesión de rupturas e indeterminaciones.
Esta indeterminación es la que hace que el futuro sea algo a construir; permite que la identidad se de en devenir y sea algo abierto como un viaje desde uno mismo hacia lo desconocido.
Teatro: Centro Cultural General San Martín – Sarmiento 1551.
Funciones: Domingo y Sábado – 20:30 hs. Viernes – 21:00 hs.
Entrada: $70 (viernes) – $90 (domingo y sábado).
Por Alelí Jait
