El mar se mueve en el fondo
El espacio donde la acción sucede resulta, por lo menos, intrigante apenas llegamos al nivel más alto de la escalera del teatro Apacheta. Algo sucede delante de ese ventanal, algo venía sucediendo y se abre ahora ante los que estamos llegando, aunque no parece que eso nos estuviese esperando. No es fácil sentarse frente a un hombre en acción, un hombre con el cuerpo comprometido.
El texto de Loza ataca como una flecha desde la primera imagen y nunca deja de ser poético, crudo, contundente. Los detalles se nos aparecen uno tras otro enlazados por un tono casi automático y resignado. Algo del decir, de lo dicho y de lo que se ve, juega permanentemente en conjunto. Entonces uno se pregunta si esas palabras son de Loza, de quien las dice, o de quien se ha tomado el meticuloso trabajo de encausarlas. Y creo entender que lo que pasa con El mar de noche es que es un espectáculo de los tres (Loza, Cacace, Machín) y a la vez de ninguno. Desde el principio vemos a un hombre al que lo atraviesan cosas (eso tan difícil de encontrar en el teatro), y a medida que la escena transcurre descubrimos a eso que tenemos en frente, que ya no es un hombre, que es un sujeto escindido, una presencia que está y no está, que se ve a sí misma alejarse, que duda de su propia condición de ser y que observa casi irónicamente ese despojo en el que se ha hundido irreversiblemente. No puedo decir que veo en Machín a un hombre ausente, o triste o enojado, veo a un ser entero que ha decidido entregarse-desintegrarse, un cuerpo que es una marea calma, una quietud latente.
Algo en el espacio da la sensación de un tren en marcha constante que parece no acercarse nunca. El que habla es un hombre aplastado por el peso del amor en carne viva, un hombre acostumbrado a que la angustia agazapada lo espere en todas partes. El mar de noche habla del vacío que deja aquel que se ha ido siendo amado, pero también del desamor por uno mismo.
No es fácil como espectador sostenerse frente a una sensibilidad tan punzante, pero, sin dudas, vale la pena ser parte.
Teatro: Apacheta Sala- Estudio. Pasco 523. CABA.
Funciones: Viernes 23 hs., domingos 18 hs.
Entradas: $280.- / $230 estudiantes y jubilados.
Florencia Fernandez Mora
Autor: Santiago Loza. Dirección: Guillermo Cacace. Actúa: Luis Machín. Diseño de vestuario: Magda Banach. Diseño espacial: Alberto Albelda. Diseño de iluminación: Davi Seldes. Asistente de iluminación: Estefania Piotrkowski. Diseño sonoro: Patricia Casares. Diseño gráfico: Leandro Ibarra. Fotografía: Alejandra Lopez. Prensa y difusión: Carolina Alfonso. Asistencia de dirección: Gastón Re. Producción comercial: Marcelo Riva. Dirección de producción: Romina Chepe.