A Sala Llena

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CRÍTICAS

Holyfood

Quedará en una supuesta “historia de la humanidad”, como un hecho sumamente vivo y colosal, la resistencia de la Iglesia Católica contra la ocupación rusa en Polonia. Este hecho que logró poner fin a la cortina de hierro, se puede traducir en los vastos diálogos en los que nos quiere introducir Holyfood.

En este segundo encuentro de dramaturgia europea – americana, en la marquesina del Teatro El Anfitrión, la obra del polaco Marek Kochan es reversionada por Ignacio Sánchez Mestre. En ella retrata a una joven a punto de ser devorada por una monstruosa multinacional que despedaza cuanto pensamiento individual caiga dentro de su maquinaria voraz. Aunque su origen sea polaco, la barrera idiomática queda sin efecto al ser el peso de las acciones cotidianas lo que la derrumba.

Dispuesta a hacer todo por salir de su existencia chata y darle un sentido a los días que pasa, nos encontramos a Cecilia y a su madre en la cocina debatiendo, frente a una tv omnipresente. Los pasos a seguir acerca de un futuro quizás ya condenado. Convertirse en estrella pop y santa (quizás es lo mismo) es una meta que le cae encima sin dejar de pasar por las manos inescrupulosas de un manager. Deberá ganarse la aprobación de la gerenta de un fast food y no permitir que la devoren los tentáculos de una mega empresa, en medio de un clima que puede resultar muy opresivo, de un cuento sobre la modernidad en el que lo “normal” y lo “macabro” están establecidos como un hecho más, sin diferencia alguna.

La acertada función de la escenografía, en la cual todo objeto toma forma y es parte de la acción, permite ver cómo un lugar de trabajo se transforma en nuestro refugio y viceversa, acaso la forma más fácil de digerir una prisión sin barrotes. Sin que los cambios delante de los ojos del espectador obstaculicen el modo de contar la secuencia, los movimientos fuera de sitio  no entorpecen, rompen límites para volverlos a armar.

En este mismo desafío se ubican el elenco coral que danza alrededor de Cecilia. La talla exacta de parodia social cae en un punto justo y el lucimiento de cada actor está a la vista.

Sorprendente trabajo de Rocío Muñoz, al delinear una criatura perdida en tiempo real, que observa cómo el mundo adulto es capaz de transformar cualquier sueño bastardo. En completa complicidad con el espectador, sin fisuras, Rocío nos da el mejor de los protagónicos de este encuentro. Es jovial, es fresca y su presencia se apodera de todo el Anfitrión.

Sánchez Mestre logra darle cuerda a una historia que, de tan cotidiana toma forma de espejo y la tentación de no romperlo es grande y también da un poco de miedo.

Suena en los últimos minutos Natalia Oreiro, un epílogo que quizás evoque un recuerdo, es que en Europa del Este suenan los mismos ídolos que viven por nuestros lugares. Es que de santos e ídolos, obreros y explotadores, podríamos llenar dos, tres y hasta cuatro paraísos.

Teatro: Anfitrión – Venezuela 3340

Funciones: Miércoles a las 21hs

Entradas: $150

calificacion_4

Por Flavio Hidalgo Del Castillo

Autor: Marek Kochan. Dirección: Ignacio Sánchez Mestre. Traducción: Elzbieta Bortkiewicz. Sonido: Matías Luzi Oyhandy. Diseño de escenografía: Camila Pérez. Diseño de iluminación: Francisco Varela. Asistencia de iluminación: Federico Leyenda. Diseño de vestuario: Malena Guerrieri. Asistencia de Dirección: Josefina Botto. Actúan: Ximena Banús, Tulio Gómez Álzaga, Juan Cruz Marquez De La Serna, Rocio muñoz, Katia Szechtman. Prensa: Marisol Cambre.

Este espectáculo fue producido por EUNIC, Embajada de Polonia en Argentina, Teatro Anfitrión y Festival Internacional de Dramaturgia Europa + América.

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