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Cannes: Día 2

Cannes: Día 2

Casi como un contraste de la relativa calma de la primera jornada, el segundo día del festival se caracterizó por un verdadero torbellino de público y la multiplicación de eventos en paralelo. Luego de la proyección matutina para la prensa de Mad Max: Furia en el Camino (Mad Max: Fury Road, 2015), tuvimos la conferencia de prensa reglamentaria, a la que asistieron el director George Miller, el productor Doug Mitchell y los protagonistas Tom Hardy, Charlize Theron y Nicholas Hoult.

Entre risas, Miller afirmó una vez más que “supone” que la película se sitúa temporalmente luego de Mad Max: Más allá de la Cúpula del Trueno (Mad Max: Beyond Thunderdome, 1985), pero dejó en claro que cada eslabón funciona como un episodio dentro del universo de la saga, ya que su intención nunca fue respetar una cronología concreta. Theron y Hardy, como era de esperar, aglutinaron más flashes que preguntas por parte de la prensa internacional: la primera comentó que fue hermoso filmar en Namibia, país vecino a su Sudáfrica natal, a la que definió como “un lugar creado por Dios cuando estaba enojado”; el segundo por su parte bromeó sobre la cantidad de magulladuras y heridas varias que sufrió en el set y hasta se mofó de interpelaciones un tanto bobas por parte de la prensa relacionadas con la importante presencia femenina en un film de acción “para hombres”, estereotipos mediante. En lo que respecta a este apartado, Theron aclaró que aceptó el rol porque su personaje era muy fuerte y sensible a la vez, comentando que Miller cumplió lo prometido en relación a que su álter ego nunca se comportaría como un hombre y respetaría la idiosincrasia femenina. Finalmente, el propio realizador, ante la consulta por la no utilización del formato 3D durante la filmación sino en la remasterización posterior, dijo que no quiso atosigar al espectador debido al ritmo vertiginoso del opus y su enorme cantidad de cortes, lo que llevaría -en su opinión- a la sensación de nausea entre la platea.

Cerrando la jornada, asistimos a una función de la enigmática Saul Fia (2015) de Laszlo Nemes, quizás la primera verdadera sorpresa del festival. Sin más que agregar, pasemos de inmediato a las críticas individuales.

 

Mad Max: Furia en el Camino (Mad Max: Fury Road), de George Miller

FUERA DE COMPETENCIA

¡Qué patético que resulta en el contexto contemporáneo que una de las películas más vitales/ vitalizantes del cine de acción, otrora nicho de la juventud, sea responsabilidad de un septuagenario! Más que reformular el esquema “drama familiar- autos tuneados- audacia de índole histérica- detalles de humor”, o simplemente aggiornar aquel fetichismo para con el páramo postapocalíptico de antaño, en esta oportunidad Miller lleva al extremo la iconografía desértica, el instinto de supervivencia de personajes desesperados y esa duplicidad rimbombante -para nada maniquea- que analiza por un lado la congragación de los parias y por el otro la voracidad caníbal de una clase gobernante fanática de la acumulación, en tanto mecanismo para controlar a los primeros y conservar el poder (hoy el agua y los propios seres humanos se suman al clásico “oro negro” en el catálogo de los recursos no renovables).

Mientras que es indudable que Tom Hardy supera lo hecho por Mel Gibson a nivel actoral, no se puede pasar por alto que todos los méritos del convite se multiplican debido a su prolongado período de gestación y los problemas de todo tipo que debió sobrellevar para ver la luz, para colmo con el riesgo a cuestas de agotamiento discursivo luego de tres largas décadas de aceptación de este singular nexo entre el steampunk y el western. Mad Max: Furia en el Camino es una garantía de éxtasis constante vía secuencias extraordinarias que balancean los practical effects con el todopoderoso CGI de nuestros días. En suma, aquí el australiano vuelve a demostrar que todavía pueden ir de la mano la calidad, la industria hollywoodense y la paciencia que genera cranear los proyectos en los márgenes, sin mayor interferencia de los palurdos de marketing de los estudios.

calificacion_5

 

Saul Fia, de Laszlo Nemes

COMPETENCIA OFICIAL

La única ópera prima en competencia despertaba gran curiosidad desde el vamos, y por suerte podemos confirmar que no defrauda para nada. Estamos ante una de esas obras en las que el régimen formal impone su parafernalia sobre la dimensión del contenido, lo que en este caso constituye una pequeña panacea ya que el tópico en cuestión, el Holocausto, ha sido tratado hasta el hartazgo desde la afectación lacrimógena. El Saul del título es uno de los tantos judíos “asistentes” de los nazis en las tareas vinculadas a las cámaras de gas, léase el separar las pertenencias valiosas de las víctimas y sacar los cadáveres. Un día el hombre descubre a un niño agonizando, ve cómo un alemán lo sofoca hasta matarlo y a partir de ese momento se propondrá rescatar el cuerpo de los hornos y conseguir a un rabino para darle un entierro acorde a su fe.

Más allá del interrogante de fondo acerca de si el joven es en realidad su hijo o no, lo verdaderamente fascinante del film está en su planteo estético, sustentado en una serie de tomas secuencias a través de travellings en primer plano del rostro, la nuca y los hombros de Géza Röhrig, el encargado de interpretar a Saul y máximo responsable del éxito de la película en su conjunto. El director húngaro Nemes nos regala escenas maravillosas como la de las ejecuciones en el foso y la rebelión, redondeando un retrato ascético -símil Robert Bresson- de la maquinaria del genocidio y la obsesión masculina en general, esa que avanza enceguecida en pos de determinado fin y a expensas de todo lo que se cruce en su camino.

calificacion_4

Por Emiliano Fernández

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