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CRÍTICAS - STREAMING

Beastie Boys Story

La hibridez documentalista basada en un espectáculo en vivo con público + imágenes en pantalla gigante con presencia de los protagonistas es de lo menos alentador que ha dado el género noblemente llamado Documental en su historia, después de los flashes institucionales sobre “el cuidado de su automotor” y cosas nauseabundas por el estilo. Por el estilo sabíamos que Jonze no nos iba a decepcionar.  Nunca hay “doble faz” en la filmografía del autor de Ella: es lo que muestra: suelen ser relatos irónicos con un sentido de la estética barbitúrico y exquisito, entre velos de neblina de cannabis deformadora de la percepción naturalista: alto cóctel tóxico germinado en el mundo del skate y la música que incluye una actitud verdaderamente rebelde del realizador: no ser siempre la misma persona, mandamiento que Beastie Boys Story se encarga de subrayar perteneciente a la cabezota autoral de Adam Yauch, el talento de presencia sottovoce y humilde que prendió la mecha de esta revolución. Las películas de Jonze, visual y formalmente operan ante su visionado como extensos videos de canciones de los Beastie Boys: hiperkinesis visual estilística propia de la fragmentariedad plástica del videoclip; una creatividad autodidacta pero de precisión metódica; estilo actoral histriónico y provocativamente infantiloide; en la verba dura: los escupitajos punk teóricos y justicieros, del Tíbet para acá; en la diégesis juguetona, esas lentes deformantes para ensanchar los límites de lo (a)normal, y por último, la vocación cinéfila que se alía con el ánimo de desestructurar, digamos, como quien saca los yuyos de un terreno en el que debe protegerse selectivamente el florecimiento de la visión personal ante la pervivencia de ese manual de estilo académico al que le soplamos el polvo acumulado en la tapa, puro yuyo anacrónico. Dicho esto, más: 

¿Es Beastie Boys Story, trabajo financiado por Apple TV+, un rockumental legítimo? ¿Es legítimo vender como documental la filmación de un show en vivo auto-conmemorativo? Si de legitimidad hablamos, los BB y SJ son la médula misma de la honestidad artística, por lo tanto, creemos que la respuesta podría ser más Sí que No. Tampoco esto tiene por qué ser un “rock”-umental, si la banda huele a espíritu pospunk pero hiede a rap puro. (Aunque los Beastie Boys roqueaban sus beats y sus rimas.) La nueva película de Spike Jonze tiene dos años: pone en escena la escenificación de la última noche de la gira de presentación del libro “The Beastie Boys Book” en el King Theater de Brooklyn en el 2018 en la que los dos miembros sobrevivientes le rinden culto a su amigo muerto y a la pasión que vertebra la vida de todo adolescente que se cría con el gen de la insurgencia y la superación. 

Si acá se evoca intensamente la presencia de Yauch –el fundador de la banda, el corazón budista y la mente de ruptura y vocación, el bajista del trío, ¡el bajista de “Sabotage”!–, lo hace porque el alma de la banda fue él y sus dos secuaces lo siguieron y lo complementaron. Cuando un trío es un trío y no una estrella con dos acompañantes surgen de los volcanes más ardientes de la cultura pop(ular) equipos de armamento intelectual y musical como los Beastie Boys. También se evoca al cuarteto primal, cuando los Beastie Boys contaban con una baterista, Kate Schellenbach, igual que en los inicios de los argentinos Sumo. (Es grato que Beastie Boys Story remarque la presencia de Schellenbach y es mejor aún que Adam Horowitz confiese que se deshicieron de ella cuando la química se convirtió en matemáticas y hubo que restar un miembro fríamente: cero-estilo en el que cayeron hasta los Rolling Stones y los Beatles.)

Beastie Boys emparejó la credibilidad de grupos negros de rap ya legitimados por raza, pertenencia y talento innato con tres caras lampiñas de un blancor “contra-Harlem” y una confianza abrumadora en sí mismos y en su misión de vida: mantener tibia la carrocería de un proyecto de amigos de la vida durante lo que puedan vivir. Tristemente el trío se convirtió en dúo y liquidó su trayectoria definitivamente con la excrecencia fatal de un miembro vencido por el cáncer en 2012. El sueño rapero de estos tres chicos blancos, aquel día, terminó. Música, maestros.

 

 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

 

(Estados Unidos, 2020)

Dirección: Spike Jonze. Guion: Adam Horovitz, Mike D, Spike Jonze. Duración: 119 minutos. 

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