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DOSSIER

Harry Potter y los directores de la saga

Alfonso Cuarón le da órdenes a Daniel Radcliffe en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban.

A lo largo de ocho películas, la versión cinematográfica de la saga de Harry Potter tuvo cuatro directores. Cada uno le aportó su impronta, pero siempre al servicio de la historia y los personajes creados por J.K. Rowling.

Harry Potter y la Piedra Filosofal, el primer libro, casi es adaptado a la pantalla grande por Steven Spielberg (incluso se decía que Haley Joel Osment, con quien trabajó en Inteligencia Artificial, interpretaría al niño mago), pero al final recayó en uno de sus ahijados artísticos.

Chris Columbus está lejos de ser un director genial, pero hizo film muy visuales, muy divertidos, muy taquilleros… la mayoría, con niños en el elenco. Y, aunque no lo parezca, hay en su obra un rasgo autoral: los protagonistas o quieren recuperar a su familia o buscan una familia. Eso se nota en Mi Pobre Angelito y su secuela, en Papá por Siempre, en El Hombre Bicentenario… Lo mismo se aplica a Potter: un huérfano que descubre su descendencia de magos —que él mismo podría ser un mago muy poderoso—, al tiempo que encuentra su lugar en el mundo en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Gustara o no, Columbus había nacido para el universo de HP.

En la primera película son presentados Harry, los amigos, los maestros, los enemigos; también nos muestra el mundo de los magos y el conflicto principal. También hay aventura, pero funciona como un prólogo. El tono es liviano, apto sobre todo para el público infantil. No es un film maravilloso, pero se nota que Columbus sabe elegir y dirigir niños.

En Harry Potter y la Cámara Secreta, el realizador le da a la historia un tono más oscuro y violento, acorde con el progresivo nivel de adultez que se refleja en las novelas. Sin embargo, no deja de ser una más de fantasía con chicos.

Columbus anunció que no seguiría dirigiendo, aunque permaneció como productor de la tercera entrega de la saga.

Según los entendidos, Harry Potter y el Prisionero de Azkaban era y sigue siendo el mejor libro de la serie, el que muchos moría por dirigir. Hasta Spielberg, quien no se volvió loco por hacer la primera parte, manifestó sus deseos de encarar la tercera.

El elegido fue el mexicano Alfonso Cuarón. Tanto la Rowling como los productores se convencieron de que era el indicado tras ver La Princesita, se debut en Hollywood. Aquella película —basada en el libro de Frances Hodgson Burnett, adaptado primeramente en 1939 con el protagónico de Shirley Temple— muestra las desventuras de una niña en un internado neoyorkino en los tiempos de la Primera Guerra Mundial. Los elementos Dickensianos, la fantasía, el trabajo con niñas y la estética lo hacían perfecto para el mundo Potterezco. Además, Cuarón venía de triunfar con Y tu Mamá También, sobre dos amigos adolescentes. Y como en Azkaban Harry y sus amigos ya entran en la etapa de la adolescencia, más interesante todavía. Ya la primera escena contiene un componente onanista: es de noche, y Harry está sentado en su cama, cubierto por unas sábana, alumbrándose con su varita para leer uno de sus libros del colegio, y fingiendo dormir cuando su tío entra para ver qué pasa. La varita puede entenderse como metáfora de la virilidad. En cuanto a los personajes, Dumbledore (Michael Gambon, en reemplazo del fallecido Richard Harris), el director del colegio, ahora no luce igual que un primo lejano de Merlín sino como un viejo hippie.

Sin dudas, las ideas de Cuarón resultaron ser más modernas, adultas y arriesgadas. El director supo sacar mejor partido de elementos que Columbus no había explotado y agregó tensión sexual entre Harry, Ron y Hermione. Y no se perdió de darle un enfoque político: “Tu lees sobre Fudge y el Ministerio, y es Tony Blair. Y Guantánamo no es diferente a Azkaban, hay Dementores allí también”.

La película recaudó menos que las dos anteriores, pero fue muy elogiada por la crítica y marco el camino a seguir a las continuaciones. Es más, se volvió un lugar común decir que es la mejor de la saga.

Cuarón fue propuesto para dirigir la cuarta entrega, pero decidió alejarse porque pensó que no dispondría de tiempo. Muchos cinéfilos todavía lo lamentan.

Al tomar las riendas de Harry Potter y el Cáliz de Fuego, Mike Newell se convirtió en el primer director británico de la saga.

Newell es más un todoterreno que un autor: dirigió, entre otras, Cuatro Bodas y un Funeral y Brasco, y series de televisión como El Joven Indiana Jones. Su versatilidad lo hacían apto para la cuarta parte. Supo adaptar un libro extenso, donde sucedían muchas cosas y había más humor, amor, drama, y muerte. Al igual que Cuarón, Newell hizo un paralelo con el mundo político de la vida real, pero referido a la Alemania de los años 30 y el ascenso del Nazismo, ya que Voldemort amenaza con regresar de la muerte para someter al mundo mágico y cuenta con una buena cantidad de seguidores.

La película es file a la máxima “hay que ponerse cada vez más oscuro” ya que los personajes van creciendo y experimentando nuevas sensaciones.

Newell no continuó en la saga, pero, tras bajarse los nombres de Mira Nair y de Jean-Pierre Jeunett, apareció un director.

El quinto film de la saga tuvo a un realizador que se quedó hasta el final.

De los cineastas que participaron en la saga, David Yates era el de antecedentes menos conocidos. Este director inglés sólo había dirigido la película The Tichborne Claimant para cine, pero tenía una trayectoria importante en la televisión. La mayoría de sus obras trataban temas políticos y sociales, con abundante uso de cámara en mano a fin de acentuar la sensación de realismo. Un realizador del estilo de Ken Loach, a quien admira, y de Paul Greengrass. Perfecto para Harry Potter y la Órden del Fénix, en donde Harry y sus compañeros deberán, entre otras cosas, enfrentarse a sus superiores y soportar terribles pérdidas. En esta película y en Harry Potter y el Misterio del Príncipe y en las dos partes de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, el director saca Hogwarts a los protagonistas y le imprime a las historias más lobreguez, paranoia, peligro y no pocos momentos de salvajismo. Para dale toques realistas, un poco de cámara en mano y más ambientación en territorio muggle (humano). Yates encaró las historias como trillers de acción.

Cada director aportó lo suyo a la saga. Columbus, Cuarón y Newell ya eran conocidos, pero Yates no, así que veremos cómo sigue su carrera.

Lo que es seguro: Harry Potter ya no tiene libros ni cineastas que plasmen sus aventuras en la pantalla grande. Aunque nunca hay que decir nunca…

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