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[22] BAFICI | What We Don’t Know About Mariam

[22] BAFICI | What We Don’t Know About Mariam

La punta del iceberg:

Mariam (Doaa Eriqat) es una mujer egipcia de treinta y cuatro años que, en el contexto de los últimos días del Ramadán, se dirige a un hospital público por padecer dolor en el abdomen y sangrado desde la noche anterior. La acompañan su esposo Khaled (Emad Ghoniem) y su hija Hala. El marido se presenta como un hombre preocupado y cuidadoso respecto de la salud de su esposa. Se ocupa de sacarle el turno en ventanilla para la ginecóloga y se ofrece como apoyo y contención durante la caminata hasta el consultorio. Este es el prólogo que da comienzo a What We Don’t Know About Mariam (2021), tercer cortometraje del realizador egipcio Morad Mostafa.

Al llegar al piso donde debe realizarse la consulta, lo primero que se hace notorio es cierto maltrato institucional. No solo percibimos el largo tiempo de espera y la desorganización, sino también cierta falta de tacto en el manejo de la situación por parte de la médica que, atendiendo una situación tan íntima para la mujer, comunica su diagnostico directamente al esposo. La médica determina como causa del dolor y del sangrado de Mariam la presencia de restos de preservativo atorados en su vagina. Esto desencadena la reacción agresiva de Khaled, que irrumpe en el consultorio, comienza a insultar a Mariam y a pegarle repetidamente. La mujer se defiende con instrumental médico a su alcance, mientras unos hombres intentan reducir a su esposo. La escena de violencia se desarrolla ante la mirada, entre atónita y asustada, de la hija. Pasado el mal momento, la médica contiene a Mariam mientras aguardan la llegada de su padre, y la insta a realizar la denuncia, a lo cual ella se niega.

El corto de Mostafa, ficción en clave realista, se mueve en un registro observacional, crudo y directo, con una cámara que va siguiendo a sus personajes y que focaliza en sus expresiones afectivas y anímicas, apuntando a la empatía del espectador con ellos y con su situación. Su principal virtud es evitar el tono panfletario, el subrayado y el juicio de valor, proponiéndose como visualización de una problemática compleja.

Es interesante el recurso de plantear el dolor físico como simbólico de un dolor psíquico, acaso acallado quién sabe desde hace cuánto tiempo, y también el detalle de señalar un cambio de época en los modos en que se expresa la violencia. No en vano antes se hablaba de violencia doméstica, la cual se manifestaba puertas adentro del hogar. Pero hoy, en la era de Internet, estamos en una época en que los límites entre lo público y lo privado se han desdibujado, y la violencia de género irrumpe sin pudor alguno en las calles.

El interesante trabajo en la puesta en escena con una paleta de colores fríos y apagados, el detalle de las rejas detrás de los personajes y el uso del fuera de campo, tienen la ventaja de que el corto funcione para el espectador como la punta del iceberg de la problemática de la violencia de género e institucional, impulsándolo a formularse preguntasñ más que conclusiones precipitadas.

© Carla Leonardi, 2021
Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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