A Sala Llena

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FESTIVALES

2º Festival Tres Fronteras: Día 7

Viernes 4 de noviembre.

Son las últimas horas del festival. Compartimos más críticas de los films programados. 

 

La Luz Incidente, de Ariel Rotter (Argentina/ Uruguay/ Francia, 2015 – Competencia Largometrajes), por Martín Chiavarino

Mirada de época

La Luz Incidente (2015) narra el duelo de una joven mujer, Luisa (Érica Rivas), quien ha perdido recientemente a su esposo y a su hermano en un accidente de tránsito. En una fiesta de casamiento conoce a Ernesto (Marcelo Subiotto), un soltero de mayor edad que busca formar una familia. Así rápidamente comienza una relación compleja que coloca a Luisa entre la añoranza de la felicidad perdida junto a su esposo y sus hijas pequeñas y la posibilidad de constituir nuevamente una familia con un hombre al que no termina de descifrar y amar.

El tercer largometraje del realizador Ariel Rotter (Sólo por Hoy, 2000) está ambientado alrededor de la trágica muerte de dos integrantes de una familia de clase alta en la década del sesenta en Argentina. Sin una contextualización expresa, la obra busca situarse a partir de pequeños detalles del mobiliario, equipos de audio, libros y estilos de vestimenta para solicitar una mirada atenta, cuando no experta, en las sutiles referencias de época.

La elección del blanco y negro acentúa el valor artístico y la metáfora de la propuesta de Rotter, ya que hace hincapié en una dialéctica entre el relato y la imagen a través de la combinación de la delicada labor de fotografía a cargo del experimentado Guillermo Nieto (El Bonaerense, 2002; Mi Amiga del Parque, 2015) y un guión que busca siempre narrar con gestos, alusiones, elusiones o concisos diálogos con el fin de apelar al inconsciente y trabajar así sobre lo no dicho y la imposibilidad de comunicar la tragedia.

Las actuaciones de casi todo el elenco son excelentes, destacándose Érica Rivas en un papel difícil y complejo con muchos matices. La premisa del opus de Rotter construye -a través de los vaivenes de Luisa- un personaje maravilloso, uno que debe sobreponerse a la pérdida de su marido y su hermano, reconstruir su vida, cuidar y criar a sus pequeñas hijas y enfrentar su condición de viuda. El proceso de construcción de la identidad de Luisa aparece como el de una mujer que se debate entre la independencia, las necesidades que la sociedad le impone y sus sentimientos, como una especie de Emma Bovary moderna.

La Luz Incidente plantea una metáfora a partir de una de las propiedades de la luz -el fulgor que llega a la superficie del sujeto sin reflejarlo- como una irradiación de sensaciones y sentimientos que la protagonista necesita desesperadamente compartir/ reflejar pero debe guardar en su interior. El tono del film es intimista y en algunas escenas desesperante y desolador, aunque siempre amainado por la calidez de la elegante actuación de Rivas.

A pesar de todas sus cualidades y niveles de lectura, la película no carece de problemas y por momentos falla en su adaptación de época revelando el mecanismo mágico que debería transportar al espectador hacia otro contexto histórico. Aunque opaca el producto final, esta característica de la realización no afecta el resultado, ya que el film permite interesantes lecturas desde la psicología, los estudios de género, la sociología y la comunicación, dando cuenta de un gran trabajo en la construcción formal y estética de cada escena y cada plano. La imposibilidad de reflejar las heridas que constituyen nuestra sociedad tal vez sea lo que realmente define nuestra idiosincrasia.

calificacion_4

 

Contra Paraguay, de Federico Sosa (Argentina, 2013 – Competencia Documentales), por Ernesto Gerez

La grieta eterna

“Hubo tipos que le impusieron a Paraguay un modelo de país” comenta con claridad barrial uno de los historiadores elegidos por el director Federico Sosa; ese modelo al que se refiere es el impuesto por los liberales tras la matanza, porque la pelea en nuestros territorios oprimidos por los poderes centrales era y continúa siendo liberalismo versus intervencionismo. Contra Paraguay no sólo es un documental sobre las causas y consecuencias de la traicionera guerra cuasi civil que sufrió el pueblo paraguayo, es también un breve pero conciso prólogo de una imaginaria y necesaria biopic de José Gaspar Rodríguez de Francia y su hijo Francisco Solano López, políticos demonizados y olvidados por la historia oficial que supieron llevar adelante un sistema más justo para la incipiente clase obrera y el campesinado de su país mediante el desarrollo de la industria y la reforma agraria.

La mención a las políticas proteccionistas que le otorgaban un papel preponderante a las clases populares del Paraguay decimonónico previo a la guerra es sólo una de las tantas informaciones que proporciona el muy rico documental de Sosa mientras va intercalando entrevistas a diferentes historiadores, algunos de ellos más cercanos al relato oficial/ liberal, y otros desde el revisionismo impulsado desde los márgenes; revisionismo que tuvo en nuestro país mucho más protagonismo durante la última década peronista/ kirchnerista. Porque la historia cobra vida desde el presente, por ello es que otro tema que sobrevuela el documental es la importancia de la coyuntura desde donde se investigan los hechos pasados, así como la metodología que debe o puede adoptarse.

La película se articula alrededor de un buscador de historias -interpretado por Gustavo Pardi, quien también trabajó con Sosa en la muy buena Yo sé lo que Envenena– que charla con expertos en el conflicto mientras recorre diferentes sitios que fueron sede de las batallas. La narración avanza en medio de muchísimos datos que sorprenden al lego, siempre con la virtud de no caer en el sensacionalismo ni en el didactismo. Contra Paraguay visibiliza un conflicto condenado al olvido por los perpetradores: contextualiza una guerra con un claro trasfondo imperialista y mercantilista que no se enseña en los colegios (o al menos no con la complejidad necesaria), e invita a comprender una realidad política tan anacrónica como actual.

calificacion_4

 

La Helada Negra, de Maximiliano Schonfeld (Argentina, 2016 – Competencia Largometrajes), por José Luis De Lorenzo

Como en Germania, el primer film de Schonfeld, la provincia de Entre Ríos marca el hábitat rural de una sociedad alemana catalogada como “colonia”, que ha mantenido en gran parte costumbres, tradiciones y festejos oriundos de su tierra originaria. El hecho de que el director sea alemán definitivamente ayuda a que en La Helada Negra podamos descubrir los orígenes y características de los germanos.

La vida cotidiana de los personajes principales, presentada desde el naturalismo, es uno de los pilares más fuertes sobre los que se erige el film. Hablamos de una película marcada por atmósferas y momentos asfixiantes, con planos secuencia que derivan en estadios que generan incertidumbre en el espectador sobre qué puede pasar luego, creando de esta manera tensión.

Ailín Salas interpreta a Alejandra, una extraña que se aparece sorpresivamente en una granja y augura el elemento fantástico de la cura de plagas existentes en las cosechas. A medida que los vecinos van enterándose de esta cualidad de la joven, comienzan a visitar a la chica misteriosa, quien por momentos termina resolviendo los problemas relativos a la cosecha, el trabajo y eventualmente la economía de la región. La sociedad la necesita pero la critica a la vez, creando así una brecha en la personalidad desarraigada de Alejandra, un ser que deambula sin lugar fijo, sin meta, pero con un don.

La Helada Negra no expone simbologías ni explicita a gritos lo que quiere demostrar, lo que constituye un punto muy a su favor: de a poco permite que el espectador sea quien descubra o interprete qué es lo que acontece acorde a su propia mirada. Según Schonfeld, en la trama está muy presente la lucha entre lo pagano y lo religioso, algo que se siente en toda la duración de este extraordinario film de atmósferas.

calificacion_4

 

El Muerto Cuenta su Historia, de Fabián Forte (Argentina, 2016 – Cine de Terror y Fantástico), por Matías Orta

Desde que Abbott y Costello se codearon con los monstruos de la Universal, la mezcla de terror y comedia pasó por todo tipo de enfoques. Argentina supo tener sus propios exponentes: El Fantasma de la Opereta (1955), de Enrique Carreras; Los Vampiros los Prefieren Gorditos (1974), protagonizada por Jorge Porcel; Los Matamonstruos en la Mansión del Terror (1987), con la entrañable Brigada Z; Galería del Terror (1987), aventura del tándem Olmedo-Porcel… Pero ninguna como Plaga Zombie (1997). Además de ser vibrante y divertida, esta producción independiente fue la punta de lanza para el surgimiento de un cine de género nacional abocado al fantástico. Dentro de esta camada de cineastas surgió Fabián Forte. En su ópera prima, Mala Carne (2003, luego retitulada Carnal, con escenas adicionales), presenta a dos muchachos que, en busca de sexo casual, dan con señoritas de apetitos sanguinolentos. Una premisa con algunos puntos en común, que el director retoma -con más recursos y más elenco- en El Muerto Cuenta su Historia.

Ángel (Diego Gentile) está casado con Lucila (Moro Anghileri), y ambos son padres de Antonella (Fiorela Duranda). Pero eso no le impide aprovechar su trabajo como director de avisos publicitarios para conocer chicas hermosas y acostarse con ellas. Se piensa que puede estar con todas, cuando quiere, y lo hace sin culpa. Su rutina cambia cuando Eduardo (Damián Dreizik), amigo, colega y cómplice de infidelidades, le adosa un extraño medallón. A partir de allí, Ángel tendrá visiones de mujeres tan sensuales como misteriosas y peligrosas y reales y de afilados colmillos. Una mordida en el cuello lo mata… o no tanto, ya que resucita convertido en una suerte de zombie que sólo puede alimentarse de carne cruda y padece síntomas biológicos femeninos. Y no sólo eso: por las noches entra en un estado hipnótico y se interna en un bosque, convertido en esclavo de quienes resultan ser diosas de la mitología escocesa. Pese a su flamante e inesperada condición, Ángel deberá ingeniárselas para recuperar a su familia e impedir la llegada de una amenaza aún más temible.

Las más grandes dosis de humor (humor negro, más precisamente) provienen de los intentos del desafortunado muchacho por ocultar su estado de incesante putrefacción, la manera en que deberá adaptarse a las alteraciones corporales y la relación con Eduardo y otros seres zombificados. Y en los momentos puntuales de puro terror, deja de lado por un rato los chistes para generar privilegiar la sangre y la angustia. Este modo de combinar géneros remite al John Landis de El Hombre Lobo Americano (An American Werewolf in London, 1981) y Transilvania mi Amor(Innocent Blood, 1992). También es posible rastrear influencias -confesadas por el director- de La Hora del Espanto(Fright Night, 1985), El Club del Terror (Vamp, 1986) y Las Brujas (Las Brujas de Zugarramurdi, 2013), de Álex de la Iglesia. Además, en una escena, Ángel lamenta no haber visto más cine de John Carpenter que de Wes Anderson. Sin embargo, Forte no se regodea con las referencias y el film se sostiene por sí solo, sin depender de los homenajes ni de los guiños.

Sin dejar de lado los elementos fantásticos y gore, funciona como una sátira sobre el machismo y la impunidad de los hombres en materia sentimental -y sexual- con respecto a las mujeres. Algo de esas cuestiones ya aparecían en Mala Carne y en La Corporación, su anterior película, pero ahora Forte las lleva más allá, esquivando cualquier panfleto pero otorgándole una sustancia extra a su creación.

Aunque viene trabajando en cine, teatro y televisión desde los ’90, Diego Gentile se vio catapultado gracias a su rol del marido de Érica Rivas en el último segmento de Relatos Salvajes (2014). El Muerto… significa su primer protagónico en la pantalla grande, y lo lleva con altura: importante presencia y timing para la comicidad (desde hace años también forma parte de la obra Toc Toc). Por su parte, Damián Dreizik revalida su título como uno de los mejores y menos reconocidos comediantes de la Argentina. Pablo Pinto, Sebastián Berta Muñiz y Lautaro Delgado interpretan a tres no muertos que se las arreglan para “vivir” así; personajes secundarios, pero jugosos y desopilantes. Moro Anghileri encarna a la mujer que más padece (y también la más racional), y la niña Fiorela Duranda sigue afianzándose en el terror nacional: viene de participar en Ataúd Blanco: El Juego Diabólico (2016), de Daniel de la Vega. Mención especial para Emilia Attias haciendo de bella chupasangre; al igual que en sus recientes incursiones cinematográficas, da muestras de carisma y sensualidad, a la manera de una Angelina Jolie latinoamericana.

El Muerto Cuenta su Historia es un nuevo triunfo del combo terror + comedia y, sobre todo, una peculiar fábula sobre la batalla de los sexos en el mundo actual.

calificacion_4

Toda nuestra cobertura del festival.

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