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35º MDQ FILM FEST | 1982

35º MDQ FILM FEST | 1982

La (de) construcción de una farsa

1982 no es un documental sobre el conflicto de Malvinas, es un ejemplo ilustrado sobre la manipulación a través del estatuto de la imagen y el discurso del poder para distorsionar hechos y transformarlos en una épica triunfalista, la cual se ubicaba en la antítesis de lo que verdaderamente ocurría. La Dictadura Militar, en su último tramo, usó como última chance de prolongación de su gobierno una guerra por demás ridícula y suicida contra uno de los ejércitos más poderosos del mundo. El director Lucas Gallo debuta con este largometraje revisionista sobre la arista mediática del conflicto, a partir de la focalización en el material de archivo del noticiero 60 minutos y en el teletón 24 horas por Malvinas, ambos emitidos por ATC (Argentina Televisora Color). Sin utilizar voces en off o entrevistas realizadas en tiempo presente, Gallo confía en la deconstrucción del archivo para demostrar ese poder de las imágenes amalgamado con la persuasión oral que generó un efecto inductivo en los telespectadores. Tan solo se vale de un par de paratextos al inicio para ubicar en contexto la narración deconstructiva que se verá a continuación. 

La gran fortaleza de 1982 está en el montaje de esos fragmentos que para Gallo resultan una especie de material en bruto para forjar una versión que desnuda ese artificio montado. Es impactante ver a las celebridades de esa época levantar los teléfonos para reunir fondos, sumergidos en una atmósfera de victoria cuando detrás de cámara (en una suerte de fuera de campo para la transmisión de entonces) hay milicos con ametralladoras. Un único discurso posible se expandió en la sociedad, el fervor catódico irradió en ella una necesidad de salir a apoyar una causa perdida bajo cualquier punto de vista sensato, el cual era sencillo de eclipsar si el bombardeo retórico solo pronunciaba frases como “estamos ganando”. Una de las tantas citas orales que han quedado en la memoria colectiva y que se han resignificado una vez acabada la guerra. Si a la TV se le creía por ser un lenguaje avasallador, mucho más se podía ensanchar la falacia si las caras eran familiares; no solo por tratarse de personajes pertenecientes al medio sino también por ser auxiliares en la construcción de la confianza ciega que generaban en el público. Poco había para dudar si un actor/actriz de la tira del momento o el/la conductor/a de un programa de interés general afirmaba la victoria mientras mostraba sus dientes blancos y brillantes con una sonrisa y una música a tono. La televisión reaparece como caja de resonancia en una opinión pública lacerada por construcciones propagandísticas anteriores de esa misma dictadura. Alcanza apenas con evocar La fiesta de todos (1979) de Sergio Renán, que retrataba la “gesta heroica” del Mundial 78. Probablemente la obra audiovisual más vil concebida en este país.

Gallo no pretende devolverle la objetividad a un hecho histórico (por ello que 1982 no es un documental de Malvinas) sino que desnuda la intencionalidad inicial que llevó a disponer de los medios estatales para deformar la realidad triste, descubierta poco tiempo después con los muertos en combate y la derrota previsible ante un imperio militar. El documental cree que las imágenes tienen un peso propio para entender cómo era posible construir tal ficción en base a los poderes formales y retóricos de la imagen televisiva. De los hechos más bizarros que se recuerden de estos programas al servicio del terror mediático puede rescatarse el momento en que Susana Rinaldi canta el himno argentino rodeada de militares armados. Un momento icónico que representa la ironía involuntaria de un proceso que estaba llegando a su fin, pero que se cargó un último capítulo sangriento en la historia argentina bajo el disfraz de una propaganda patriotera y siniestra.

 

 

© José Tripodero, 2020 | @jtripodero

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

Guion, dirección: Lucas Gallo. Producción: Santiago Guidi, Aurelio Tomas, Diego Barredo. Fotografía: Manuel Rebella. Duración: 90 minutos.

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