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FESTIVALES

3º Asterisco Fest: Críticas 1

Se está llevando a cabo en Buenos Aires la tercera edición del  Asterisco: Festival Internacional de Cine LGBTIQ. Para conocer lo más destacado de su programación, compartimos algunas de nuestras críticas.

 

Colmena, de  Majo Staffolani (Argentina, 2015 – Competencia Argentina)

Una historia tan realista como humana. En una primera escena se despliega un encuentro sexual entre Nachi (Lara Crespo), y su novio. Los planos del rostro de ella nos están diciendo que no la está pasando del todo bien. Hija de unos padres burgueses y actriz de profesión aunque bastante frustrada, Nachi transita el mundo sin rumbo, parece que el deseo se ha esfumado en medio de su nihilista existencia. A contraparte de ella, tenemos a Nina (Florencia Bobadilla), una chica proveniente de Misiones, con una clase social claramente más baja pero que es la expresión del deseo, pasó de ser ayudante en una pizzería a vivir en un estudio de grabación y poder desplegar así su pasión por la música.

El relato construye a estos personajes, desde los diálogos imperdibles que cada una tiene con su entorno y con ellas mismas. Mientras que la “chica bien” no sabe lo que quiere, la “provinciana” la tiene muy clara. Es así como estas dos mujeres tan antagónicas se encuentran azarosamente y la química se enciende. No hay conflictos sobre la identidad sexual, las crisis tienen que ver con vacilaciones neuróticas de índole existencialista, sobre todo del lado de Nachi, que debe lidiar con un novio bueno y querible pero que evidentemente ya no desea, una madre frívola consumidora de psicofármacos, un padre abusador de la empleada doméstica y una carrera de actriz que ya no la motiva.

El fuerte del film es la química actoral entre las dos protagonistas que posibilitan una ficción absolutamente verosímil y empática, más allá de la orientación sexual del espectador. Con producción del emblemático José Celestino Campusano, se percibe la influencia del mismo tanto en la selección de actores como en el timming narrativo. Una historia minimalista pero muy ágil que no se detiene hasta la escena final.

calificacion_3

 

 

 

El Puto Inolvidable: Vida de Carlos Jáuregui, de Lucas Santa Ana (Argentina, 2016 – Competencia Argentina)

Una figura como Carlos Jáuregui se merecía un documental como El Puto Inolvidable por su lucha, militancia, valentía, y generosidad; por haber sido un revolucionario, visibilizando la diversidad sexual en medio de un contexto heteronormativo que la consideraba como una perversión psíquica producto de una desviación biológica; por haber impulsado la marcha del orgullo gay cuando eran solo cuatro gatos locos; por enfrentar esta batalla en los tiempos que el SIDA acribillaba a sus soldados y generaba paranoia en la sociedad; por no rendirse en sus ideas utópicas y plantar las bases para leyes de vanguardia que vinieron después como incorporar la orientación sexual dentro de los factores discriminatorios, el matrimonio igualitario y la identidad de género.

Lucas Santa Ana reconstruye su vida de manera muy prolija, en un registro documental que se vale de imágenes de archivo audiovisuales y gráficas, entrevistas, planos de las locaciones por donde circuló Carlos y hasta por momentos una voz en off que jugaba a ser él mismo. El registro narrativo va tomando variaciones a medida que avanza la película. En una primera parte se van rescatando sus primeros años y la génesis de sus ideas que luego marcaron su lucha, con un rol preponderante de su amigo y compañero en activismo Gustavo Pecoraro, quien oficia de reconstructor de su historia. A medida que avanza el relato y entramos en sus años de militancia, los testimonios y el material de archivo cobran predominancia, y el texto cinematográfico va ganando en intensidad y emoción gracias a una notable labor de montaje.

Somos testigos de la primera marcha del orgullo gay en Buenos Aires, sus disputas con algunos sectores de la Iglesia, el dolor de la pérdida de su pareja y su hermano por causas del HIV, su activismo firme y su apertura hacia nuevos colectivos, los testimonios de sus amigos y compañeros de militancia en el que podemos ver, entre otros, a la gran activista como Lohana Berkins defensora de los derechos de la comunidad trans.

Carlos Jáuregui fue de esas personas que llegaron al mundo para facilitarle la vida a las generaciones venideras y esta película más que un reconocimiento es una visibilización histórica de la lucha que tuvo a través de los años la comunidad GLTBI para lograr algunos derechos que en los años 80´s eran impensados.

calificacion_4

 

 

 

El Color del Invierno, de  Cecilia Valenzuela Gioia (Argentina, 2015 – Competencia Argentina)

De entrada tenemos un plano general donde aparece Lucía corriendo por alguna ruta salteña rodeada de esos hipnóticos cerros. La escena de índole onírica refleja la desesperación del alguien que está intentando huir de algún peligro. Lucía huye de sus amenazas internas, con episodios de pánico producto de ataque de ansiedad que son manifestaciones de angustia, ella se encuentra entristecida, medicada con psicofármacos y con una familia continente pero impotente ante el malestar de su hija.

La joven de 21 años con aspecto varonil está desconectada de su entorno, tiene familia y amigos con los cuales comparte salidas, boliches, charlas, juegos y risas pero no logra integrarse del todo, su mirada perdida reflejan la abulia imperante. A pesar de esto da lugar al hallazgo, que se llama Olivia, una chica con la cual comienza a entablar un vínculo y la tensión amorosa no tarda en llegar.

Excepto la primera escena y algunas otras, el relato es absolutamente realista, carece de elementos extradiegéticos en su gran parte; lo importante en la historia son los diálogos auténticos y la precisión de la cámara, que le da un enfoque costumbrista, facilitando interesantes papeles interpretativos en todos los actores, desde una cena familiar hasta una salida a la discoteca con sus amigos por la noche salteña.

En este registro, el personaje va explorando sus conflictos y nos regala algunas escenas maravillosas como esa cuando Lucia le confiesa a su familia que es en realidad lo que le está pasando. Una historia tierna, sensible y placentera en su totalidad, donde todos los personajes son queribles, en especial el de la protagonista que en esta corrida inicial puede ir bajando el ritmo para descubrir y hacer algo con su propio deseo.

calificacion_3

 

 

 

Esteros, de  Papu Curotto (Argentina, 2016, Competencia Argentina)

“Un amor como el nuestro, no debe morir jamás”, dice el estribillo de la emblemática cumbia de Los Charros que suena en un par de escenas de Esteros. Y mucho menos si ese amor data de la preadolescencia en plena etapa del despertar sexual. Esa intensa experiencia vivieron Matías (Ignacio Rogers) y Jerónimo (Esteban Masturini), la cual fue abortada por designios patriarcales y capitalista. Matías se muda a Brasil con su familia, allá crece, estudia, desarrolla una carrera y se pone en pareja con una mujer. Matías se queda en su pueblo Paso de los Libres, con una identidad sexual asumida y tratando de sobrevivir de lo que le gusta.

La adultez los vuelve a cruzar para un carnaval, uno mantiene la frescura de la infancia, el otro parece que la perdió completamente. La historia se va desarrollando en dos tiempos: la niñez y la actualidad, pero como todo lo que ocurre en los primeros años de vida no desaparece por completo, se quedó dando vueltas por algún lado, la tensión sexual vuelve a aflorar entre ambos.

La cámara juega con esta química y en relato se va volviendo hipnótico, sobre todo cuando nos lleva a ese mágico lugar en el mundo llamado Esteros del Iberá. Los planos juegan con el paisaje y la libertad en la que viven “los bichos” en ese sitio y el deseo contenido de sus personajes, que solo se animan a revivir situaciones lúdicas de la infancia y hacerse algún que otro reclamo de épocas remotas.

Una sólida construcción del relato que carece de roles estereotipados con relación a la orientación sexual de los personajes. El conflicto de Matías no es en relación a su sexualidad, sino en relación a Jerónimo, como aquella primera experiencia sexual y amorosa de la cual no tuvo la posibilidad de elegir por mandato de su padre, pero como dicen Los Charros por más que la heteronormatividad imponga lo suyo, hay amores que no deben morir jamás.

calificacion_4

 

 

Emiliano Román

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