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FESTIVALES

3º Festival de Cine Polaco: Cuerpo

El Grito

Con la presencia de sus directores Agniezka Herbich y Robert Kowalski, y la proyección de Cuerpo (Cialo, 2015), la película por la que Malgorzata Szumowska ganó el Oso de Plata como mejor directora, se presentó la tercera edición del Festival de Cine Polaco en Buenos Aires. El BAP traerá este año como invitado al documentalista Martin Sauter, quien presentará varias de sus obras por primera vez en Argentina.

Cuerpo (Cialo) es un drama sobre la muerte que indaga en la amargura de la pérdida de los seres queridos. Narra la historia de un fiscal que sufre por la muerte de su esposa y debe internar a su hija tras un episodio causado por sus trastornos alimenticios.

El fiscal comienza a sentir la presencia de su esposa en su casa y recurre a la terapista de su hija en la clínica de rehabilitación, una mujer que puede ponerse en contacto con los fallecidos, para establecer un canal de comunicación con la mujer muerta.

La muerte sobrevuela todo el guión como una omnipresencia que se apodera de los personajes, quienes parecen muertos vivientes; lo han perdido todo y vagan por los lugares que otrora habitaban. La vida y la muerte no parecen estar diferenciadas en Cuerpo. Por el contrario, parecen dos etapas de un proceso que parece llevarse a cabo en nuestro cuerpo.

El tema principal del último film de Malgorzata Szumowska es la angustia existencial ante los avatares de la vida y la búsqueda de creencias sobre tramas metafísicas que nos permitan sobrellevarla.

La película se va construyendo alrededor de la idea de la muerte como una presencia en otro estado, remitiéndose a otro tipo de culturas exóticas a la polaca, como la brasileña, aludida durante el transcurso de la cinta en una gran escena entre los protagonistas: allí Anna sostiene su adherencia a creencias sobre la vida después de la muerte alejadas de la cientificidad europea.

La película se destaca por las buenas actuaciones de Janusz Gajos, Maja Ostaszewska, Justyna Suwala, la gran labor de la directora Malgorzata Szumowska y una excelente fotografía a cargo de Michal Englert.

Cuerpo logra reflexionar sobre la idea de la muerte desde la calidez y la incomodidad, generando escenas interesantes, difíciles de procesar y de digerir por un público que evade estas cuestiones. Ya desde el principio, todo queda claro, o más bien todo lo contrario: el contrato entre el director y espectador se rompe para dar lugar a otro tipo de construcción narrativa, basada en la interpretación y el procesamiento de la idea de la muerte como vida. Una tarea filosófica y cinematográfica difícil de emprender y llevar a buen puerto.

El Festival de Cine Polaco se llevará a cabo desde el jueves 1º hasta el miércoles 7 de octubre en Espacio INCAA Km 0 Cine Gaumont en Av. Rivadavia 1635. También habrá un concurso para viajar a Polonia y actividades especiales en la Universidad Nacional de las Artes y el Centro de Investigación Cinematográfica junto al director Martin Sautier.

calificacion_3

 

 

Martín Chiavarino

 

Un médico forense, su hija anoréxica y una fisioterapeuta (que, en sus ratos libres, oficia de médium) establecen distintas relaciones (o no se relacionan) con el cuerpo, el suyo o el de otras personas. Viven solos, enclaustrados en sus departamentos o habitaciones. No disfrutan de su soledad. Se obsesionan con cuerpos que ya no están: el de una esposa, una madre, un bebé.

Anna, la médium, cree que los muertos pueden comunicarse con los seres queridos que dejaron atrás. Permite que su cuerpo sea invadido por espíritus y, en sesiones frenéticas, escribe automáticamente sobre hojas en blanco para grabar supuestos mensajes del más allá. El forense y su hija Olga son más terrenales. Sus cuerpos son jaulas, como en la canción de Arcade Fire. No los trascienden ni desde lo espiritual ni desde sus débiles o inexistentes vínculos con los demás. La película sugiere que el espacio entre dos o más cuerpos, donde circulan las palabras y las miradas, ofrece un camino hacia la trascendencia. Es este territorio el que perdieron los protagonistas cuando murió la esposa y madre de la familia, y que ahora deben recuperar.

Olga ingresa en una clínica para tratar su anorexia, donde se reencuentra con el cuerpo que había olvidado. Su terapeuta resulta ser Anna, quien no tarda en revelar su costado más esotérico. Mientras tanto, el padre de la muchacha sigue con su vida anodina, rutinaria. Ya no lo conmueve ni el cuerpo descuartizado de un recién nacido. Está acostumbrado a ver cadáveres, a ver el cuerpo como materia inerte. Pero cuando conoce a Anna, en la clínica, empieza a contemplar otras alternativas metafísicas. Está dispuesto a probar cualquier cosa con tal de matizar su angustia. Nunca pudo procesar lo de su esposa, y debe aprender a convivir con su recuerdo o presencia, quizás fantasmal.

La directora Małgorzata Szumowska usa imágenes propias del género del terror: cementerios inundados, radios que se encienden sin motivo, puertas que se abren solas. Sin meterse de lleno en el género, aprovecha su bagaje semiótico. Todo film de terror, de alguna manera, trata sobre cuerpos ausentes, escondidos en las sombras, convertidos en espectros o en muertos vivientes; cuerpos que solo podemos oír, como en La Marca de la Pantera, o que se apoderan del nuestro, como en El Exorcista. Lucrecia Martel hizo algo parecido en La Mujer Sin Cabeza, sobre otro cuerpo perdido, el de un niño que puede o no haber sido atropellado. (No fue el único acercamiento de la argentina al género: en su genial spot para la marca de moda Miu Miu, las modelos se contorsionan como monstruos fashion o extras en un video de Lady Gaga.)

Es destacable la delicadeza de Szumowska, que nunca se ríe de Anna, aunque tampoco le da la razón. Por otro lado, la directora evita hacer una película de tesis. Es cierto que subraya el tema principal desde el título. Pero, al mostrarlas desde el principio, Szumowska no esconde sus cartas. Sabemos de qué va su película, hacia dónde apunta, y podemos concentrarnos en la elaboración del tema a través de tres casos distintos: el racionalismo burocrático del forense, la fe espiritual de la médium y la postura desprejuiciada de la joven. Parece todo muy esquemático, pero la mano de la directora es tan sutil que solo nos damos cuenta una vez terminada la función.

calificacion_4

 

 

Guido Pellegrini

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