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CRÍTICAS

Charly García en el Gran Rex, por Leandro Bortesi

El tractor say no more avanza

A dos meses y medio de presentar su nuevo show La Torre de Tesla en el Teatro Coliseo (anunciado apenas 48 hs. antes y agotado en menos de media hora), Charly García lo hizo otra vez: su concierto del pasado lunes 30 de abril en el Gran Rex no solo fue otro evento récord, sino que también una memorable fiesta a la altura de su leyenda.

Luego de las críticas positivas que cosechó su presentación en febrero pasado García se animó y amplificó su espectro sonoro, pasando de las 1700 butacas disponibles en el Coliseo a las más de 3000 que posee el Gran Rex. La sed del público por volverlo a ver hizo el resto, agotando localidades en cuestión de minutos, colapsando el sistema online de Ticketek y con gente que ya hacía la fila en el teatro el día anterior a la venta.

A las 20:50 en punto las luces del Gran Rex se apagaron y esa ansiedad que reinaba en el ambiente pasó a ser un aplauso ensordecedor mientras el telón se abría, revelando en el centro del escenario la imponente torre de Tesla y a la banda alrededor de ella, con Charly a la izquierda sentado en sus teclados. La elegida para abrir la noche fue “No soy un extraño”. Al instante el público cantó al unísono junto a García, a modo de inicio de ritual. “Instituciones” y “Cerca de la revolución” solo aumentaron el delirio.

La lista de temas, similar al show del Coliseo, combinó temas de su reciente álbum Random con clásicos de todas sus épocas, e incluyó perlas como “Reloj de plastilina”, especialmente festejado por los fans.

En contraposición con el show anterior, el concierto del Gran Rex no solo aumentó la cantidad de público: la duración fue mayor y a Charly se lo vio mucho más cómodo. Su energía al cantar fue evidente y hasta se animó a la guitarra en “Fax U”, un rock bien say no more de su disco La Hija de la Lágrima.

La puesta en escena incluyó, además de la torre como núcleo, imágenes de diversos largometrajes de Kubrick, Scorsese, Mel Brooks y otros, e inclusive el famoso salto del noveno piso de Charly.

“¿Que piensan de la bachata, chicas?”, preguntó un García de muy buen humor, mientras mostraba su pulgar señalando hacia abajo. Aún con evidentes problemas de sonido durante toda la primera parte, Charly prefirió concentrarse en la música y en su público, replicando en sus teclados cada cantito que los fans le hacían a modo de guiño.

La banda estuvo conformada por el power trio chileno (Kiuge Hayashida en guitarra, Carlos Gónzalez en bajo y Toño Silva en batería) que ya acompaña a García desde hace más de diez años, con el agregado del Zorrito Quintiero en teclados (presente en cada detalle y arreglo) y Rosario Ortega en coros, definitivamente afianzada en su rol. Tan cómoda está en la banda que hasta se animó a aparecer con el pañuelo verde del reclamo por el aborto legal que alzaron junto a Charly, dejando en claro de qué lado se ubican.

 

A una hora de show sin respiro, al final de “Demoliendo hoteles” se cerró el telón por unos minutos para luego dar lugar a los bises: imágenes del juicio a las juntas militares y la guerra de Malvinas ilustraron “Los dinosaurios”. Le siguió “No importa” y “Loco, no te sobra una moneda?”, con la inédita participación de Billy Bond, un mito del rock nacional que hacía siglos no pisaba un escenario. El final fue a puro baile con “Fanky” y “Nos siguen pegando abajo (Pecado mortal)”, que no estaba incluida en la lista. La gente siguió cantando frente al telón cerrado con la esperanza de que García volviera pero no hubo caso. Sin embargo quedó latente entre los presentes la sensación de que volver a ver La Torre de Tesla ya no es una utopía: quizás suceda más pronto de lo que uno cree.

Leandro Bortesi

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