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CRÍTICAS

STANLEY CLARKE BAND EN ND TEATRO

Stanley Clarke llegó a nuestro país con un claro objetivo: subir al escenario para no dejar de improvisar y demostrar su talento y el de cada uno de los integrantes de su banda durante dos horas. La excusa para su regreso fue, esta vez, la presentación de su último disco llamado “Up”

Stanley hizo su aparición minutos después de las 21 horas, escoltado por su banda, integrada por Beka Gochiashvili, en piano, Cameron Graves en teclados y Michael Mitchell en batería. A los pocos minutos de comenzado el show, un espectador ubicado en las primeras filas se transformó en el interlocutor válido de todos los que estábamos presentes en el teatro: tras el segundo solo de piano de Beka Gochiashvili, se puso de pie y de frente al músico, lo aplaudió formando un arco gigante con sus brazos, en señal de devoción.

En una de las pocas pausas que tuvo el concierto, Stanley Clarke presentó a este muchachito, aclarando que tiene tan solo 19 años –aunque toca el piano y estudia música desde que tiene uso de razón- y es el más joven de la banda. Tras aproximadamente un minuto de ovación por parte del público, dio lugar a la presentación de su baterista, Michael Mitchell, quien es un poco “más viejo” que el pianista, con 20 años de edad. Otro músico formidable, aplaudido casi tanto como Beka. El más discreto, sutil, fino y pausado, pero no por eso menos genial, fue Cameron Graves, en teclados, que se dedicó más a los arreglos que a los solos, con resultados extraordinarios. Clarke, con sus 64 años perfectamente llevados, comentó que lo acompañan músicos jóvenes, simplemente porque son los mejores.

Antes de asistir al concierto, esperaba –pero no deseaba- un show con predominio del bajo eléctrico por sobre el contrabajo. Sobre todo porque aquél es el protagonista del último disco de Stanley. Pero no fue así, y eso me generó un grado de alegría aún mayor al esperado. La presentación del nuevo disco fue la excusa para regresar: Clarke se sentó en una banqueta, tomó delicadamente su enorme contrabajo y no lo soltó hasta el momento de los bises. Fue un auténtico concierto de jazz: canciones extensas, retocadas, versionadas, improvisaciones eternas, solos de batería, piano y bajo por doquier, compases destinados al aplauso, miradas cómplices entre los músicos, y talento de sobra. Los grandes músicos de jazz suelen tocar demostrándole al público que el tiempo sobra, que no están apurados, que podrían estar improvisando durante toda la noche. Stanley también se dio el gusto de invitar a su hija Natasha a subir al escenario para cantar una canción, aunque luego regresaría, sobre el final, con su celular en mano, para filmar y fotografiar a una audiencia que, según Clarke, estaba completamente encendida.

Hace muchísimo tiempo que no sentía aplausos tan cálidos y llenos de emoción por parte del público. El aplauso es el termómetro, la expresión más sincera de los espectadores. Cuanto más sonoro y duradero es, más gustó el show. Esto es irrefutable. Stanley Clarke y su banda se llevaron uno de los aplausos más fervorosos que alguna vez he presenciado en un teatro. Y esto se debió, no solamente a que él es un símbolo del jazz y particularmente del bajo, sino fundamentalmente a sus acompañantes: lo que su joven banda fue capaz de desplegar sorprendió hasta al más nutrido de los espectadores.

Desde el escenario, llegó el merecido agradecimiento para un público que, a esa altura, ya había alcanzado el paroxismo: cuando las luces comenzaban a encenderse y parte de la audiencia emprendía el abandono del recinto, otros tantos nos quedamos aplaudiendo –ya con las palmas de nuestras manos doloridas- pidiendo “una más”, lo que motivó a Stanley para tomar, nuevamente su contrabajo, con sus enormes manos, y regalarnos un tema más, fuera de programa, a solas, íntimo, y pidiéndonos que con eso nos vayamos de una vez a nuestras casas.

Fue un recital de esos que quedarán en la memoria para siempre, porque con sólo recordar las sensaciones experimentadas en la noche del sábado, la piel se vuelve a estremecer.

calificacion_5

Crítica por Leonel Javier Ciliberto.

 

Stanley Clarke Band – ND Teatro, 29 de agosto de 2015

Formación:

Stanley Clarke: bajo y contrabajo.

Beka Gochiashvili: piano.

Cameron Graves: teclados.

Michael Mitchell: batería.

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