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CRÍTICAS - SERIES

Bojack Horseman

MÁS HOMBRE QUE CABALLO

Un caballo entra a un bar. Se pide un trago, y otro, y otro. Seduce a una mujer, y se la lleva a la casa. Apenas terminan de tener sexo, la echa. Este es el Bojack Horseman de la primera temporada: un actor que vive en un Hollywood – o, después de que se roba la D del cartel en un delirio borracho, Hollywoo – antropomorfizado, donde personas y animales comparten su cotidianidad. Bojack se hizo famoso en los noventa con la sitcom Horsin’ Around sobre un hombre caballo que adopta a tres huérfanos y aprende a ser padre. Venido a menos pero padeciendo la resaca de tantos años de fama, acepta la propuesta de una editorial de publicar una biografía con una escritora fantasma, la humana Diane Nyugen. El retrato inicial de Bojack es este: un hombre caballo cínico, alcohólico, deprimido y enojado con todo y con todos, siempre.

Bojack Horseman es, como habrán imaginado, una serie animada. Esto permite a su creador, Raphael Bob-Waksberg, disfrutar de muchas libertades creativas. Por un lado, la creación de todo su universo es infinitamente más sencilla. La agente de Bojack, Princess Carolyn, es una gata rosa. Mister Peanutbutter, otro actor de sitcoms de los noventa, es un labrador amarillo. El editor de Penguin, la editorial que quiere publicar la biografía de Bojack es, por supuesto, un pingüino. Algunos de los episodios más destacables de la serie – pienso en Stupid Piece of Sh*t de la cuarta temporada y Good damage, de la sexta – usan un estilo de animación frenético y desprolijo para explorar la psiquis de Bojack y Diane, para zambullirnos en lo más profundo de su depresión y sus inseguridades. En otras ocasiones, la animación simplemente toma un giro más lisérgico para acompañar los interminables viajes de drogas de un Bojack que solo busca evadirse.

En líneas generales, la posibilidad de incluir a todo tipo de animales en este ecosistema justifica los miles de juegos de palabras tontos y maravillosos sobre las características de cada animal; en Hollywoo, por ejemplo, Quentin Tarantino se llama Quentin Tarantulino y es, por supuesto, una tarántula. Permite, además, que Bojack Horseman se alinee con la tradición clásica de las fábulas, donde cada personaje se define por una cualidad que lo caracteriza en el reino animal. En las fábulas, el zorro es siempre astuto. En la serie, Mr. Peanutbutter está siempre de buen humor y emocionado y Bojack, como buen caballo, siempre necesita una zanahoria, una meta, que lo motorice. En la primera temporada, es el libro que to catapultará de nuevo a la fama. En la tercera, es la promesa de un Oscar. La animación le permite a Waksberg, también, participar del debate de distintos temas actuales – el aborto, la violencia de armas en Estados Unidos, el feminismo – de una manera que parece ligera pero acaba siendo astuta y casi dolorosamente acertada.

Pero después están los otros episodios, aquellos donde la animación no solo no destaca, sino que casi no importa. Uno de los mejores episodios de la serie, Free Churro, consiste en una sola escena donde Bojack da un monólogo; no diré más para no arruinar lo que es, sin lugar a dudas, uno de los episodios televisivos más brillantes que vi en mi vida. Time’s arrow, sobre el final de la cuarta temporada, usa un recurso muy simple para profundizar en la historia familiar de Bojack, y termina siendo otro de los claros contendientes al podio por el mejor capítulo.

Es muy difícil elegir solo uno, no solo porque Bojack Horseman está compuesta de 49 episodios que solo mejoran a medida que la serie avanza, sino porque el fuerte de la narrativa está en su continuidad. Se trata de una de las series más consistentes que se hayan hecho, donde la historia de cada uno de sus personajes es explorada profundamente y, por ende, cada uno es retratado con todos los matices que merece. Como habrán adivinado, Bojack no es un cínico, alcohólico y depresivo, o por lo menos no es solo eso; difícil sería soportar seis temporadas de enojo fútil.

Lo maravilloso de esta serie es que Bojack crece. Bien podría haberlo evitado. Después de todo, una de las características principales de la animación es que los personajes son siempre dibujados de la misma manera. Pero Bojack cambia, tanto física como emocionalmente. Comete muchísimos errores, errores que le cuestan la vida a sus amigos y trauman de por vida a sus colegas. Y entonces descubrimos que su madre era horrible, y que el padre de su madre fue horrible con su madre, y lo entendemos, pero jamás lo justificamos. En una escena de la tercera temporada, una agente de prensa despiadada lo acusa de fetichizar su propia tristeza. Siendo una serie tan meta como es – una serie que habla sobre el mundo del espectáculo, una serie sobre sitcoms que parece ser, también, una sitcom – entendemos que habla de su narrativa misma. Waksberg se asegura de no glamorizar nada de todo lo que es, en verdad, un tremendo sufrimiento. Como bien le dice Todd, su mejor amigo, a Bojack, “vos sos todas las cosas que están mal con vos. No es el alcohol, ni las drogas, ni todas las cosas horribles que te pasaron cuando eras chico. Sos vos”. Años después, Bojack parece escuchar estas palabras. Y entonces cambia.

Un caballo entra a rehabilitación es el primer capítulo de la última temporada que nos muestra a un personaje distinto. Vemos a un hombre caballo que lucha por cambiar, que entiende que, como bien le dijo Diane, la gente no es mala o buena “en el fondo”. La gente es lo que hace y, por ende, simplemente tiene que hacer mejores cosas. La sexta temporada lo encuentra con canas, vestido de profesor y dando clases en una universidad, sobrio e intentando reconectar con toda esa gente que hirió a través de los años. El pasado, sin embargo, se pone en el camino, y Bojack deberá hacerse responsable por todo lo que hizo. En el auge del Me Too y los escraches, la serie se atreve a explorar estos temas de la mano de su protagonista. ¿Cuándo está bien perdonar a una figura pública? ¿Cuándo está bien perdonar a un amigo? ¿Qué sucede cuando alguien hace cosas imperdonables pero atraviesa un cambio genuino?

Después de todo, la única constante en su historia es la misma que en la de todos nosotros: la del cambio. Es por eso que Bojack Horseman, una serie animada y en muchas ocasiones absurda sobre animales conviviendo con personas, es una de las historias más humanas y honestas que jamás vi.

 

 

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