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CRÍTICAS

Crítica: Casi Normales, por Diego Ávalos

Un fenómeno anormal

El día 2 de abril se realizó la última función de una nueva temporada de Casi normales (Next to Normal), el musical del 2008 que desde su primer estreno en la Argentina ha tenido sucesivas representaciones en distintos teatros y con variados elencos.  

La obra, con una precisa dirección escénica de Luis Fernandez, ha pasado de convertirse en un mero éxito teatral para ser un fenómeno: público fanatizado que concurre de manera reiterada, compra sus productos, sigue a sus actores, canta sus canciones y se emociona como la primera vez con esta historia tan alejada de lo que supuestamente se puede esperar de un musical. 

Casi normales es la historia de Diana Goodman, una madre de familia que sufre de una enfermedad mental desde la pérdida de su hijo. Los duros tratamientos que debe afrontar y las consecuencias que esto conlleva al interior del hogar son las líneas sobre la que se estructura una historia tan intimista como intensa, representada a la perfección por un grupo de actores en estado de gracia.  

Luego de tantas temporadas y el contínuo acompañamiento del público, es necesario preguntarse a que se debe el fenómeno de Casi normales. Su calidad musical, su ajustado mecanismo dramático, el talento de su elenco, la precisión de su dirección, pueden ser varios de los motivos para que esto suceda. También son varios los aparentes temas que se proyectan sobre nuestra actualidad y que pueden encontrar eco en las necesidades del público: la crisis de la familia moderna, la psiquiatría como nueva religión alrededor de la cual colocar las esperanzas, la distancia entre las generaciones, el uso y abuso de las drogas, tanto de las legales como de las otras. 

Nosotros vamos a aprovechar este espacio para traer una nueva hipótesis, que no niega ninguna de las anteriores, pero trata de englobarlas en una superior, colocando a la vez a la obra en una perspectiva histórica. Sabemos que en la modernidad fue el tan vituperado género melodramático el encargado de continuar con las bases anímicas de lo que en la antigüedad fue conocido como tragedia. La modernidad necesitaba para asentarse borrar cualquier rasgo de lo sagrado, lo trascendente, lo pasional. El melodrama fue, y aún es, la resistencia de este sentir vuelto expresión. 

Bien lo explica el autor Ángel Faretta en su esencial libro La pasión manda, al cual recomendamos leer de manera urgente a todo lector interesado en la actuación, la dirección, la escritura o el solo estudio: 

“La movilización total puesta en marcha por la mentalidad liberalindustrial del siglo diecinueve se dio a la tarea de intentar neutralizar y luego diluir todo lo religioso, o reducirlo a la medida de sus necesidades; cuando no lo necesitó más procedió a borrarlo. Supuso que lo numinoso y sus formas anejas no eran más que otra pasión concluida. Pero eso “absolutamente otro” desde luego no puede disiparse en la descripción positiva ni anularse en la reducción psicológica. Lo numinoso corrió a refugiarse o a transmutarse en varias direcciones, aunque la principal o eje de todas ellas fue lo que llamaré “condición melodramática”.

El primer gran acierto de Casi normales es no reducir su premisa al caso psiquiátrico. Si hasta la mitad de la obra creemos que estamos frente a un problema que solo podrá (o no) ser solucionado mediante un tratamiento médico, es a partir de la terapia de shock y el olvido de la protagonista sobre la existencia de ese hijo fantasmal que la acosa, donde la obra toma un vuelo que la coloca en otra posición mucho más rica y compleja. Porque el fantasma del hijo pasa a ser no solo algo que se puede interpretar como una sombra patológica, sino también como un verdadero fantasma. Desde una mirada poética podemos decir que el pasado siempre retorna como un fantasma dispuesto a enfrentarnos y con el cual hay que aprender a convivir. Desde una mirada de lo sagrado podemos decir que hay otras clases de realidades, algunas superiores, otras del mundo de lo bajo. ¿Acaso estamos frente a un caso de infestación? ¿Se trata de un demonio dentro de un hogar? ¿O de un alma en pena que quiere continuar en este plano? 

Esta ambigüedad de sentidos es el máximo logro de Casi normales, una obra que se atreve  a correrse del mero sentido médico y, como verdadero melodrama, se centra en la pasión como problema sin solución. Su lucidez es no proponer quimeras salvadoras ni reducciones fácilmente comprensibles del corazón humano. Casi normales acepta al dolor y a la tragedia como parte de la existencia, sin negar ninguna posibilidad de comprensión a esto que llamamos vida. 

El público agradece que una obra de teatro se tome de manera seria temas tan complejos como cotidianos. Y que lo haga no desde una posición solemne sino con música, con humor, con mucha emoción y sentimiento. El fenómeno anormal es que al público se le ofrezca teatro, ese fantasma del que tanto se habla, pero tan poco se lo convoca. 

Esta obra se representó en el teatro ASTRAL entre el 10 de enero y el 2 de abril de 2018. 

 

 

© Diego Ávalos, 2018

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

Libro: Brian Yorkey. Actúan: Laura Conforte, Manuela Del Campo, Fernando Dente, Franco Masini, Martín Ruiz. Diseño de vestuario: Pablo Battaglia. Música: Tom Kitt. Letras de musicales: Brian Yorkey. Dirección musical: Gaby Goldman. Dirección: Luis Romero. 

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