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CRÍTICAS

La Fiesta el Viejo

En los detalles habita el cariño

Existe una frase que se hace eco de vez en cuando en los pasillos del arte “desde Shakespeare que ya no hay nada original”, por supuesto que puede refutarse en primera instancia, bordeando dos aristas claras, una es que ni siquiera el dramaturgo inglés era cien por ciento original, la mayoría de sus obras toman algo de una historia contada en tiempos pasados a los suyos, y claro en la actualidad tenemos sendos ejemplos que emergen airosos con el mote de original. La obra que nos convoca hoy La Fiesta el Viejo se impone con fuerza y calidad como uno de esos casos.

No es casual convocar la figura del mejor representante del teatro isabelino, ya que esta fiesta, que se celebra todos los domingos al mediodía en el emblemático Espacio Callejón, toma su inspiración del clásico El Rey Lear para dar cuenta de un renovada versión sobre la dinámica familiar, la condición humana en su mejor y peor faceta y los violentos extremos donde nos puede llevar la soberbia y la codicia.

Siguiendo la línea argumental, aquí el rey es el dueño del club Polonia, de Almagro, situado en el contexto actual que encaran estos clubes de barrios, donde prima el deseo del encuentro con el otro, de compartir un momento de alegría, de amistad, de hermandad, en contraposición con la lucha cotidiana de una realidad económica que golpea en el día a día. Aquí el dueño del club, el viejo en cuestión, festeja su cumpleaños, rodeados de sus colaboradores más fieles, el cocinero y su hermano y Bufo, una joven rescatada de la calle, la cual funciona como un guiño cómplice al bufón del texto original. Y claro, la compañía de sus tres hijas,las dos mayores junto a sus maridos, y la menor, Cordelia quien asistirá a la fiesta con un nuevo novio, hijo del presidente del club Deportivo Francés, rival del amado Polonia.

Con el deseo de sentir el amor de sus hijas expresado por ellas, el viejo dará inicio a un ritual de testamento en vida, dejando para cada una de ellas todas las posesiones materiales que tiene, la única condición será que le profesen su amor. Las dos primeras, casi a modo de discurso político, frío y de memoria, darán cuenta de todo el supuesto amor que le tienen. La menor, siendo quien en verdad más lo ama, no será capaz de poner en palabras todo el cariño sincero que la une a su padre, y con este conflicto se desencadena el drama, y queda expuesto la verdadera intención que tiene cada uno en esta fiesta, siendo sus hijas mayores y sus yernos, lobos con piel de cordero, dispuestos a hacer lo que sea necesario para quedarse con las posesiones del viejo.

La familia se vuelve una sombra en la vida del viejo, aquel tono festivo se vuelve sombrío, y lo que inicia con globos de colores, alegría en el convite, bailes en conjunto, va dejando paso a un clima de tensión, de rencores, de recuerdos que confunden y atormentan. La salud mental del viejo da carta blanca a una dramaturgia precisa y fluida, donde podemos estar en un momento mirando como un tren situado en la época del holocausto aleja y quiebra familias, así como la presencia de un muro, ayer en Berlín, hoy en Villa Crespo.

Notable pluma de Fernando Ferrer para apelar la sonrisa tímida del público al inicio, guiándolo desde la alegría inicial, pasando por momentos de comedia efectiva, desembocando en el punto de quiebre donde la tragedia se hace dueña del lugar.

El actor Abian Vanstein es la gema de esta historia, dando vida a un viejo que propicia lágrimas y muecas cómplices de un segundo a otro, su labor física y emocional es sublime, pero cabe mencionar que todo el elenco que lo acompaña funciona de manera exquisita, cada pieza es parte fundamental en un engranaje que arroja resultados de un teatro necesario, transformador.

Hay un gran acierto en la elección del Espacio Callejón como sede del agasajo, ya que puede funcionar con su doble piso como un escenario de amor declarado, de disputa terrenal y pasional, como club de barrio, como tablado para dar lugar al magnífico bandoneón de Stine Helkjaer Engen, que suena en vivo y es un detalle de esos que se agradece el director haya tenido, así como la diferencia de convidarte con un kniche de papa, un vaso de vino y un pedazo de torta, para hacerlo sentir al espectador un invitado más a esta fiesta que comienza un domingo pero que gracias a una propuesta que conmueve, continua emocionando mucho tiempo después de abandonar la sala.

Teatro: Espacio Callejón (Humahuaca 3759, Capital Federal)

Funciones: Domingos a las 12 hs.

Entrada: $ 200 / $ 180

calificacion_5

 

 

María Paula Putrueli | @mary_putrueli

Libro y dirección: Fernando Ferrer. Producción: Fernando Ferrer, Ezequiel Gelbaum, Clarisa Hernandez, Julian Smud. Asistencia de producción ejecutiva: Male Devoto. Asistencia de dirección: Marisol Scagni. Vestuario: Marina Claypole, Peta Moreno. Espacio escénico: Romina Giorno. Diseño de luces: Sebastián Francia. Efectos especiales: Guillermo Toledo. Fotografía: Romina Giorno. Arte: Romina Giorno. Diseño gráfico: Juan Francisco Reato. Elenco: Moyra Agrelo, Agustina Benedettelli, Julieta Cayetina, Helkjær Engen, Demián Gallitelli, Ezequiel Gelbaum, Clarisa Hernandez, Gonzalo Ruiz, Julian Smud, Ezequiel Tronconi, Abian Vainstein.

Foto: Romina Giorno

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