Idea, Producción y Dirección general: Eleonora Comelli. Asistente en escena: Eleonora Capúa. Iluminación: Ricardo Sica. Escenografía y vestuario: Paula Molina. Realización audiovisual y colaboración creativa: Pablo Pintor. Actúan: Stella Maris Isoldi, Laura Figueiras, Roberto Dimitrievitch, Matías Etcheverry. Prensa: Débora Latcher.
Que azul es ese mar, es una propuesta diferente sobre una temática cotidiana, en un juego constante entre los diferentes lenguajes escénicos que permite vislumbrar la búsqueda de la directora por mostrar algo nuevo, romper con las estructuras pre-hechas de lo que debiera ser una obra y habitar un pulso propio de una manera personal y a la vez arriesgada .
Es un interesante viaje que recurre a diferentes medios visuales. Comienza de una manera muy sencilla, con una proyección de un corto que contiene distintas escenas de una pareja, que con el pasar del tiempo se va tornando cada vez más bizarra.
Al terminar la proyección comienza de alguna manera la representación de esta pareja pero con una singularidad, los actores se desenvuelven absolutamente en silencio, diciéndolo todo con sus cuerpos, a través de distintas gestualidades que expresan las sensaciones que habita la pareja. La danza está siempre presente y repentinamente emerge otra pareja de mayor edad con la que entrelazan sus movimientos y comienza la danza del tiempo.
La obra muestra en constante imagen poética, la metamorfosis de una pareja que lleva al público a reflexionar al respecto del instante. Como si la vida se tratase de una concatenación de instantes guardados.
Que azul es ese mar contiene una puesta especial, desde el agua que sorprende con su presencia y su sonoridad, llevándote hacia otro lugar hasta las luces acompañan muy bien toda la estética y visual de la obra. Es evidente que está muy bien pensada. Hay detalles sorprendentes que dan justo en la tecla, pero también tal vez ese sea su defecto, está tan bien pensada, tan controlada que se torna fría, como si nunca se llegara a un clímax, te mantiene siempre en la sensación de que ese climax va a llegar pero no llega. Los actores logran reflejar una gran destreza física y sensibilidad, aunque se los siente muchas veces limitados por el tener que repetir movimientos donde lo mecánico juega en contra.
Ya por el final logra algo más visceral cuando los actores se lanzan sobre el espacio a moverse y saltar sobre el agua, que continúa con movimientos repetitivos, de alguna manera en esa escena previa al final logra entrar en un territorio un poco más vivo.
Teatro: Teatro del Abasto – Humahuaca 3549
Funciones: Sábado 21 hs
Entradas: $ 120,00 / $ 80,00 / $ 65,00.
Por Nuria Pucci