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34º MDQ FILM FEST | Lo que arde

34º MDQ FILM FEST | Lo que arde

Aquello que perdimos en el fuego:

Lo que arde (O que arde, 2019), película del director francés Oliver Laxe, comienza con las impresionantes imágenes nocturnas de unos árboles que van cayendo en un monte, en una suerte de efecto dominó. La causa de su caída impetuosa es una máquina que los tala, arrasando con todo a su paso. Seguido a esto, vemos la salida de la cárcel en libertad condicional de Amador Coro (Amador Arias), un conocido pirómano de la zona de Galicia.

Amador regresa a su pueblo rural en medio de las montañas a vivir con su anciana madre Benedicta (Benedicta Sánchez). Allí Amador la ayuda en el arreo de las vacas, se hacen mutua compañía y somos testigos de la vida rural de ambos en contacto amable con la naturaleza, así como de su convivencia con algunos otros pobladores. Amador es un hombre taciturno, solitario y de pocas palabras. Su característico rostro surcado por las arrugas y cierto desencanto se impone en su singular presencia. Los chistes que le hacen y los chismes sobre su ausencia se esparcen rápidamente por los alrededores como un reguero de pólvora. 

El director presenta un contraste entre la austera vida de Amador y la de su vecino Inazio, que está trabajando en el arreglo de unas viviendas con fines comerciales para turistas, lo que alteraría la vida pacífica y natural del pueblo. Pastoreando sus vacas, el protagonista se cruza con las máquinas que trabajan en la tala de los arboles. En una escena clave donde Amador le señala a su madre el crecimiento desbocado de los eucaliptos, sin dejar que crezca otra cosa a su alrededor, Benedicta le dice: “Si hace sufrir, es porque sufre”.

Estas pequeñas situaciones anticipan lenta y sutilmente lo que viene. La paz del pueblo se ve alterada por la ferocidad imponente de un incendio arrasador, difícil de controlar para los bomberos. Las imágenes del fuego que avanza son tan bellas como angustiantes. El daño es inevitable y desolador. La desazón por lo  perdido precipita a Inazio a buscar culpables sobre los cuales descargar su furia. Y Amador, señalado por su pasado, aparece como el chivo expiatorio más fácil.

Lo interesante es que el director deja fuera de campo la causa originaria del incendio, pudiendo responder a otras causas posibles que se desprenden del contexto planteado por el devenir de las escenas. A través de pequeños momentos e imágenes, Laxe formula la contraposición entre una naturaleza apacible y una que puede volverse incontrolable y despiadada, como efecto de la intervención desmedida del hombre sobre ella.

El mayor mérito del film de Laxe es apoyarse en la poética visual para construir su narrativa, evitando caer en subrayados evidentes. De allí que se destaque en su belleza y estética fotográfica. El adecuado manejo de la luz, tanto en interiores como en exteriores, construye imágenes pictóricas de realismo costumbrista y también de gran potencia simbólica.

Lo que arde nos invita a reflexionar sobre el valor del respeto por la naturaleza. Esta, mucho más grande y sabia que nosotros, se resiste a responder plenamente a las ambiciones humanas. Así, la endiablada belleza del incendio puede pensarse en una doble vertiente. Ese fuego evoca tanto las llamas del infierno mismo (creado por el hombre), como también la defensa y purificación de la propia naturaleza respecto de la nociva codicia del capitalismo salvaje.

© Carla Leonardi, 2019

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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